Hello, coffee lovers!
When I think about this new coffee shop prompt, I think of the year I was invited to the Cienfuegos Book Fair.
I think it was the first trip without my wife, and I arrived the day before the fair opened, so I had a lot of free time and was alone.
Anyone would think, "being alone in a foreign city is synonymous with partying." That might be true, but not in my case. I'll explain now, and that way I'll respond to the prompt.
The first morning, being someone who gets up very early (a habit I've had for years) and finding myself alone in my room, I decided to walk around the city. I went out to explore it and, while I was there, find a place to have a quiet coffee while I reviewed what I had to read that day.
So early in the morning, there weren't many businesses open, but I was able to find a café near Cienfuegos Bay.
From there, I could hear and smell the ocean; even though I couldn't see it, I knew it was there. I ordered an espresso, took a cigarette, lit it, and began to read.
For a moment, I thought I was a writer from the 1950s, when literary cafés flourished around the world.
But something was missing. I started to miss my wife more. She also loves the sea; she would have loved to be there, to share a cigarette and a good cup of coffee in the morning.
My thoughts drifted to her. The waitress brought me my coffee, and it almost went cold in my hands.
I just missed her and imagined her by my side.
Yes, I was in a beautiful, artistic place, at a major literary event, and in a wonderful city; I felt the warmth of the coffee cup in my hands, but I was alone there.
I finished my coffee, finished my cigarette, and didn't even open my book. I couldn't concentrate. The only thing I did after paying was grab my cell phone and call my wife.
Versión en español
¡Hola, amantes del café!
Cuando pienso en este nuevo the coffee shop prompt me viene a la mente el año en que me invitaron a la feria del libro de Cienfuegos.
Creo que fue el primer viaje sin mi esposa y llegué un día antes de la inauguración de la feria, por lo que tenía mucho tiempo libre por delante y estaba solo.
Cualquiera pensaría “solo en una ciudad ajena es sinónimo de fiesta”. Podría ser, pero no en mi caso. Ahora les explico y de ese modo respondo al prompt.
La primera mañana, al ser alguien que se levanta muy temprano (costumbre de años) y me encontraba solo en la habitación, decidí caminar por la ciudad. Salí a conocerla y, de paso, buscar un lugar donde tomarme un café en tranquilidad, mientras repasaba lo que tenía que leer aquel día.
Tan temprano en la mañana no había muchos negocios abiertos, pero pude encontrar una cafetería abierta cerca de la bahía cienfueguera.
Desde ahí podía escuchar el mar y olerlo, aunque no lo veía, sabía que ahí estaba. Pedí un expreso, tomé un cigarro y lo prendí y me puse a leer.
Por un momento me creí un escritor de esos de los años cincuenta, cuando florecieron las cafeterías literarias en el mundo.
Pero algo me faltaba. Comencé a extrañar con mayor fuerza a mi esposa. Ella también ama el mar, le hubiera encantado estar ahí, compartir el cigarro y tomarse una buena taza de café en la mañana.
Mis pensamientos volaban hacia ella. La camarera me trajo el café y casi se me enfría entre las manos.
Solamente extrañaba y la imaginaba a mi lado. Sí, estaba en un lugar bonito, artístico, en un evento literario de gran importancia y en una ciudad maravillosa; en mis manos sentía el calor de la taza de café, pero estaba solo en aquel sitio.
Apuré mi café, terminé el cigarro y ni siquiera abrí el libro. No podía concentrarme. Lo único que hice después de pagar, fue tomar el celular, y llamar a mi esposa.