Hace algún tiempo redacté una publicación en donde preguntaba ¿Qué hacemos? ¿Votar o no votar? En ella daba argumentos a favor y en contra para aquellos que habían tomado la respetable decisión de no salir a votar y también para otros que, también respetablemente, decidieron hacer uso de su voto.
Lo planteado era un verdadero dilema: si votábamos, de alguna manera estábamos "legitimando" lo ilegítimo y siendo partícipes de una farsa electoral. Por otra parte, si no votábamos dejábamos el escenario servido para que el actual presidente fuese reelecto mientras seguimos confiando en una intervención extranjera, cataclismo sobrenatural, o alguna intervención divina que nos saque de esta pesadilla.
Lo dicho, ayer el presidente Nicolás Maduro fue reelecto, aunque no ganó. La abstención venció con más del cincuenta por ciento de "no participación", la más alta de nuestra historia democrática, por cierto. El punto es que habemus presidente para los próximos seis años y la pregunta obligada es la siguiente: Venezuela ¿Y ahora qué?
Hoy Venezuela amaneció en su mismo letargo, cual bella durmiente sin caballero que la bese y la despierte. Habituales colas para todo; incluso, y tragicómico a la vez, lugares donde hay colas para poder hacer la cola. ¿Sirvió de algo ir a votar? No, ¿sirvió de algo abstenerse? Por ahora, sólo para demostrar que la oposición hoy por hoy es mayoría en nuestro país; algo que ya sabía la comunidad internacional, el mismo gobierno, los dos sectores de oposición (la seria y la cómplice del des-gobierno), y hasta panchito mi gato.
Elecciones van y elecciones vienen, sanciones van, sanciones vienen, y mi país sigue sufriendo. Mesas de diálogo, marchas pacíficas, resistencia pero no se sabe ni a que ni hasta cuando. Ha llegado la hora de analizar si nuestra resiliencia estoica no se ha vuelto la crónica de un masoquismo. Venezuela, vuelve tus ojos a Dios para que nazca VeneSUEÑA un país dónde los sueños se vuelven realidad.
Lo dije anteriormente y lo repito ahora: sólo Dios puede ayudarnos, frente a tanta injusticia e impunidad, sólo la Bendita Mano del Todopoderoso puede hacernos despertar. Ten misericordia de nosotros, Dios de Israel...bendiciones.