Hola, mis amigos de Ecency. Vamos a hablar de las nervaduras de las hojas. Cuba está en nuestro otoño-verano, el tiempo mágico del mucho calor, pero con noches más frescas. Lluviosas, este año. Y eso es felicidad para las plantas.
Hoy, de camino al trabajo y pensando en este post, me dio por fijarme en el verde. El Vedado revienta de verdes, donde quiera que mires. Ahí donde los viejos árboles frondosos todavía cuidan las avenidas. Y en parterres recuperados por vecinos conscientes y mypimeros amigables con el medio ambiente (y con sus bolsillos, que nadie quiere entrar a un comercio particular cuyos alrededor dan grima).
Pero yo iba a hablar de las nervaduras de las hojas. Se ha escrito sobre ellas. He leído cuentos en los que una hoja se transforma en decenas de posibles caminos, como si fuera el universo imaginado por Michael Ende en La historia interminable.
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Fui de las niñas que guardaban hojas secas. Las prensabamos en el interior de un libro y meses o años después teníamos un marcador que parecía de encaje de seda. Las hojas de álamo estaban entre las favoritas.
¿Nunca han soñado, frente a una hoja, que pudiera ser el portal a otros universos? Sus venas como túneles o brazos de río. Caminos abiertos a la aventura. Y a la evasión. Pero también, por qué no, puertas de entrada.
Me gustan las hojas vivas, colgadas como manitas de árbol. Manitas capaces de sacarte los ojos o arruinarte el peinado, aunque también dispuestas a mostrarse cariñosas.
Regresando con las venas de las hojas, hoy encontré hojas comidas por gusanos. No vi a los gusanos (una pena, ahí perdí un post chulo) pero me puse a pensar en la relatividad de todas las cosas. Mientras yo veía en las hojas lo verde, el renacimiento, otras criaturas veían una suculenta mesa sueca.
Tras su paso, quedan los caminos cortados, los nervios desechos, las venas interrumpidas.
¿Y el árbol? Porque las nervaduras de las hojas son las venas por las que circula la "sangre" del árbol. Forman parte de un cuerpo vivo. Las arrancamos, golpeamos, apartamos de nuestro camino, pintamos o decoramos, comemos. ¿Cuántos tenemos conciencia, al hacerlo, de que estamos manipulando a un ser sensible, que grita sin voz para que dejemos de lastimarlo?
Quizás, entonces, el árbol pueda soñar también sus propios caminos imaginarios. Piense en la fuga a través de sí mismo, encontrar el nervio preciso en sus propias hojas que le permitirá emprender la ruta de los ents.
Envejecer es también un proceso de ir olvidando lo que antes nos hacía felices. Por eso le he cogido tanto cariño a mi familia de Hive. Años atrás yo miraba los árboles, las hojas, los terrones de tierra, los bichos, las nubes. Ahora, los miro porque deseo hacer un post.
Estos post me han reconectado con una parte de mí que ha empezado a morir y no me había dado cuenta.
Muchas gracias por leer hasta aquí. Si les ha gustado, por favor díganmelo en los comentarios.
El texto y las fotos fueron hechas por mí y son de mi propiedad.
Traducción al inglés con Deepseek.
Hello, my Ecency friends. Let's talk about the veins of leaves. Cuba is in our autumn-summer, that magical time of intense heat but cooler nights. Rainy, this year. And that is happiness for plants.
Today, on my way to work and thinking about this post, I started paying attention to the green. El Vedado is bursting with greens, wherever you look. Where the old, leafy trees still watch over the avenues. And in flowerbeds reclaimed by conscientious neighbors and eco-friendly small business owners (who are also friendly to their own wallets, since no one wants to enter a private business whose surroundings give you the creeps).
But I was going to talk about the veins of leaves. Much has been written about them. I have read stories in which a leaf transforms into dozens of possible paths, like the universe imagined by Michael Ende in The Neverending Story.
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I was one of those girls who kept dried leaves. We pressed them inside a book and months or years later we had a bookmark that looked like silk lace. Poplar leaves were among the favorites.
Have you ever dreamed, looking at a leaf, that it could be a portal to other universes? Its veins like tunnels or river branches. Paths open to adventure. And to escape. But also, why not, entryways.
I like living leaves, hanging like a tree's little hands. Little hands capable of poking your eyes out or ruining your hairstyle, but also willing to show affection.
Returning to the leaf veins, today I found leaves eaten by worms. I didn't see the worms (a shame, I lost a cool post there) but it made me think about the relativity of all things. While I saw in the leaves the green, the rebirth, other creatures saw a succulent smorgasbord.
After their passing, the paths are cut, the nerves destroyed, the veins interrupted.
And the tree? Because the leaf veins are the channels through which the tree's "blood" circulates. They are part of a living body. We pluck them, hit them, push them out of our way, paint or decorate them, eat them. How many of us are conscious, when doing so, that we are manipulating a sensitive being, one that screams without a voice for us to stop hurting it?
Perhaps, then, the tree can also dream its own imaginary paths. Think of escape through itself, find the precise nerve in its own leaves that will allow it to embark on the path of the Ents.
Aging is also a process of forgetting what once made us happy. That's why I've grown so fond of my Hive family. Years ago I used to look at trees, leaves, clumps of earth, bugs, clouds. Now, I look at them because I want to make a post.
These posts have reconnected me with a part of myself that had started to die, and I hadn't even noticed.
Thank you very much for reading this far. If you liked it, please tell me in the comments.
The text and photos were created and owned by me.
English translation done with Deepseek.