Tal vez llegó la hora de ponernos más personales de lo que esperaba ponerme.
Tengo 26 años y 10 años haciendo música y más de 15 años tocándola, de alguna manera. Soy una artista que he integrado todo lo que me gusta a mi esencia y que se alimenta de distintas ramas del arte: amo el cine y he escrito cortos, amo la fotografía por ende he captado siempre con entusiasmo, amo la música, la siento muchísimo cuando la toco y la interpreto. Amo escribir canciones, y quisiera poder vivir haciéndolo por el resto de mi vida
Pero los 26 tocaron a mi puerta y me hicieron caer en una verdad repentina, y es que si bien cada quien tiene su tiempo para las cosas, ha pasado tanto tiempo donde la depresión me quiebra o tengo que trabajar, sobrevivir o tratar de no morir, que siento que no estoy en el camino donde quisiera estar.
Y a veces sinceramente siento que me estoy muriendo por dentro por no poder obedecer el deseo y el impulso de seguir creando y batallando para sacar mi música. Sigo haciéndolo, y no sólo el dinero ha sido mi limitante, también mi salud mental.
Mientras escribía esto me di cuenta que tengo muchos años tratando de sacar un disco y que me he atropellado mucho en el camino con el equipo correcto o incorrecto, he gastado dinero y ningún proyecto se concibe. Y a veces, en madrugadas como hoy, me pregunto si será un capricho o será que no tengo la magia y la fortaleza que requiere hacer esto. Se me pasa el tiempo en loop todos los días y no sé qué hacer.
Me siento profundamente perdida y me gustaría estar al alcance de los artistas de mi generación. A veces es inevitable no envidiar a la gente que está ahi afuera lográndolo con apenas par de años de carrera o gente que de alguna manera ha conseguido insistir y lograr cosas en corto tiempo.
Ya no sé bien cuál es mi camino y a veces siento que estoy destinada a ser profundamente olvidada.
Esto es sólo un desahogo; pronto vendrán días mejores y sé que lograré lo que deseo. Pero ahorita es como si tuviese que reestructurar mi vida desde lo más mínimo y saber que el peso de mis decisiones se siente más fuerte que nunca. Tengo mucho miedo y siento muchas ganas de hacer cosas, pero también mucho temor y cansancio.
(Fotografía hecha con mi iPhone 8)