🇪🇸 Mensaje diario de 5 minutos | ¿Bailamos? • 🇬🇧 5 Minute Daily Message | Shall we dance?

Ninguno de los dos sabía exactamente cuándo se dejaron de hablar. De lo que si estaban seguros es que nunca hubo gritos, ni peleas, solo fue pasando sin darse cuenta… y un día, simplemente, ya no fue más. Aunque ellos seguían ahí, en la misma casa, con los mismos vasos, las mismas series, la misma rutina de siempre, pero con un silencio que ya se había hecho costumbre y que era parte de la decoración. Ella servía el café, él lavaba los platos, dormían espalda con espalda y ya ni se miraban. A veces se cruzaban en el pasillo como dos desconocidos que, quizá, en algún momento habían coincidido. Hasta que un martes, después de varias lágrimas, algo muy dentro le susurró bajito: **¡Sorpréndelo!...** y, así sin más, le dejó una nota en la nevera, en un papelito de esos amarillos de oficina, escrita con marcador: **¿Bailamos?** Él la vio cuando fue a buscar agua, se quedó inmóvil, con la puerta abierta y la luz blanca iluminándole la cara, intentando pensar y desatar el nudo que se le hizo en la garganta. Pero sin darse cuenta se encontró en la sala poniendo, en su celular, un tema que habían bailado cuando se conocieron, y se paró ahí, en medio de la alfombra con cara de “¿qué carajo estoy haciendo?”. Ella salió de la cocina, lo vio ahí parado, y sonrió. Se acercó sin decir palabra y bailaron, torpes, descoordinados, con olor a cena y a cansancio. Pero bailaron. Y en ese abrazo medio tonto y temeroso, entendieron algo que hacía mucho no recordaban… A veces las palabras sobran y que siempre, siempre hay tiempo para sorprender al otro.

Neither of them knew exactly when they stopped talking.

What they were sure of was that there was never any shouting or fighting, it just happened without realizing it... and one day, it simply wasn't there anymore.

Although they were still there, in the same house, with the same glasses, the same series, the same old routine, but with a silence that had become a habit and was part of the decor.

She served the coffee, he washed the dishes, they slept back to back and didn't even look at each other anymore. Sometimes they passed each other in the hallway like two strangers who, perhaps, had once met.

Until one Tuesday, after several tears, something deep inside her whispered softly: Surprise him!... and, just like that, she left him a note on the fridge, on one of those yellow office notes, written in marker:

Shall we dance?

He saw her when she went to get some water, stood motionless, with the door open and the white light illuminating his face, trying to think and untie the lump in his throat.

But without realizing it, he found himself in the living room, playing on his cell phone a song they had danced to when they first met, and stood there, in the middle of the rug, looking like "what the hell am I doing?"

She came out of the kitchen, saw him standing there, and smiled.

He approached without a word, and they danced, clumsy, uncoordinated, smelling of dinner and tiredness.

But they danced.

And in that half-foolish, half-fearful embrace, they understood something they hadn't remembered in a long time...

Sometimes words are unnecessary, and there's always, always time to surprise the other.