Practicando en casita [ ESP / ENG ]

@alejo-sw · 2025-09-07 02:43 · liketu

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Mi entrenamiento diario

My Daily Training

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Spanish

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English

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Hola, un cordial saludo a todos mis amigos de las comunidades de #liketu, #hive y un saludo muy especial para todos mis amigos y compañeros de la comunidad #swc! Es un honor poder dirigirme a ustedes en este momento. Mi nombre es Alejo (@alejo-sw), soy atleta de calistenia y hoy quiero compartir con todos ustedes cómo fue mi día, especialmente mi jornada de entrenamiento. El despertador suena y, en lugar de la habitual carrera hacia la ducha, mi cuerpo ya sabe el ritual. La sala de casa se transforma, una vez más, en mi templo personal de sudor y superación. Hoy toca una sesión intensa de calistenia, un diálogo constante entre mi mente y la resistencia de mi propio cuerpo. No hay excusas bajo este techo, solo el compromiso de ser mejor que ayer. La rutina arranca con las clásicas flexiones de pecho, el pan de cada día. Tres series de bombeo constante para calentar y engrasar la maquinaria, sintiendo cómo el pectoral se despierta y se llena de sangre. Pero la comodidad dura poco. Llega el primer desafío: flexiones de pica con pies elevados. Coloco los pies en una silla y el centro de gravedad se desplaza brutalmente. El esfuerzo se traslada inmediatamente a los hombros, que arden con una intensidad deliciosa, mientras el core se activa para mantener la forma estricta. Sin descanso, paso a la precisión. Las flexiones en diamante exigen concentración máxima. Juntando las manos formando ese rombo bajo el pecho, el enfoque recae en los tríceps, que gritan con cada repetición, quemándose hasta la falla muscular. Es un ejercicio de paciencia y técnica pura. Para darles un respiro relativo, cambio completamente de estímulo con elevaciones de L sit para el core. Apoyado en mis dos manos, elevo las piernas extendidas, buscando ese ángulo de 90 grados que convierte el abdomen en un bloque de hormigón tembloroso. La quema es insoportable y gloriosa. Luego, el momento que más respeto y anhelo: el trabajo de isometría. Los aguantes de tuck planche son un baile de egos. Doblar el cuerpo, llevar las rodillas hacia el pecho y elevar los pies del suelo, desafiando la gravedad con pura tensión corporal. Aguanto los segundos que puedo, luchando contra el temblor de mis muñecas y la tentación de rendirme. De esa posición estática, surge el dinamismo con las flexiones de tuck planche. El mismo agarre, la misma posición, pero ahora debo flexionar los codos y bajar, manteniendo el equilibrio precario. Cada una es una victoria. Para el gran final, la reina de los ejercicios: flexiones de pino libre. Contra la pared al principio, para ganar confianza, y luego, en un acto de fe, me lanzo al espacio. La sangre se acumula en mi cabeza, el mundo se ve al revés y todo mi cuerpo, de los dedos de las manos a la punta de los pies, se convierte en un solo músculo tenso, concentrado en no caer. Bajo controladamente, sintiendo el peso de todo mi ser en mis hombros. Una, dos… el esfuerzo es monumental, la recompensa, inmensa. Y así, con la camiseta empapada y el suelo marcado por el sudor, termina otra batalla ganada en el camino del autocontrol y la disciplina. La casa vuelve a ser solo una casa, pero yo me voy con la satisfacción silenciosa de haber dado todo. Gracias por leerme y por ser parte de esta comunidad que nos impulsa a superarnos. Nos vemos en el siguiente post, con más energía y nuevos retos que conquistar. ¡A seguir fuerte!
Hello, a warm greeting to all my friends in the #liketu and #hive communities, and a very special greeting to all my friends and colleagues in the #swc community! It's an honor to be able to address you at this moment. My name is Alejo (@alejo-sw), I'm a calisthenics athlete, and today I want to share with you all about my day, especially my training. The alarm clock rings, and instead of the usual rush to the shower, my body already knows the ritual. The living room is transformed, once again, into my personal temple of sweat and self-improvement. Today is the day for an intense calisthenics session, a constant dialogue between my mind and my body's resilience. There are no excuses under this roof, only the commitment to be better than yesterday. The routine starts with the classic push-ups, my daily bread. Three sets of constant pumping to warm up and oil the machinery, feeling my pectoral muscles awaken and fill with blood. But the comfort is short-lived. The first challenge arrives: pike push-ups with feet elevated. I place my feet on a chair and my center of gravity shifts dramatically. The effort immediately shifts to my shoulders, which burn with a delicious intensity, while my core activates to maintain strict form. Without a break, I move on to precision. Diamond push-ups demand maximum concentration. Clasping my hands together in a diamond shape under my chest, the focus shifts to my triceps, which scream with each rep, burning to muscle failure. It's an exercise in patience and pure technique. To give them a relative respite, I completely switch stimuli with L-sit raises for the core. Supported by both hands, I raise my extended legs, seeking that 90-degree angle that turns my abdomen into a quivering block of concrete. The burn is excruciating and glorious. Then comes the moment I most respect and crave: isometric work. Tuck planche push-ups are a dance of egos. I bend my body, bring my knees toward my chest, and raise my feet off the floor, defying gravity with pure body tension. I hold on for as many seconds as I can, fighting the trembling in my wrists and the temptation to give up. From that static position, dynamism emerges with tuck planche push-ups. Same grip, same position, but now I have to bend my elbows and lower myself, maintaining a precarious balance. Each one is a victory. For the grand finale, the queen of exercises: free handstand push-ups. Against the wall at first, to gain confidence, and then, in a leap of faith, I launch myself into space. The blood pools in my head, the world seems upside down, and my entire body, from my fingers to my toes, becomes a single tense muscle, focused on not falling. I lower myself in a controlled manner, feeling the weight of my entire being on my shoulders. One, two… the effort is monumental, the reward, immense. And so, with my shirt soaked and the floor marked by sweat, another battle won on the path of self-control and discipline ends. The house is just a house again, but I leave with the silent satisfaction of having given my all. Thank you for reading and for being part of this community that pushes us to excel. See you in the next post, with more energy and new challenges to conquer. Keep going strong!
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