Gavilán, guapo menester; sacro. Imploró Hiroshima, cuando la señorita;
atrevida,
por su pierna deslizó la pluma.
Para ser honestos, pero soy imprudente, la pluma es la lengua sudada de alguno de estos cretinos hediondos a coñac.
Quebradas bragas, automática, soñadora.
En tus lágrimas escucho aquél llamado entrometido: sálvame.
Tócame de vuelta, no me dejes envuelta. Timidez, mátame de histeria,
hazme poesía,
pero de esa que nadie aguanta leer, de esas que invitan a quedarnos solos.
Llévame a Venus y regresaré cubierta en flores. Y si no tocas mi boca, me vuelvo prosa; porque mi naturaleza es desollarme en tus labios, y hacer vibrar tus espantos.
Los dramas del mar (Un descenso en el vórtice) - Paul Gouglin, 1889 Flores de Normandía - Henri Fantin-Latour, 1887.
Con cariño para...
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