Un saludo cordial a todos los miembros de la plataforma HIVE Blog, en especial, a los creadores de contenido relativos a las ciencias naturales.
Cada vez que observamos un ecosistema, tratamos de descifrar las distintas relaciones ecológicas que allí ocurren, y casi siempre nos concentramos en la transferencia de energía a trasvés de los eslabones de las cadenas de alimento que se presentan en esos espacios naturales, la mayoría de las veces, muy notorias, pero no podemos despreciar aquellas relaciones sutiles que tienen como protagonistas a individuos microscópicos, algas, hongos o líquenes, además de pequeños insectos, que la mayoría de las veces pasan desapercibidas al ojo inexperto, como es el caso de la interacción entre las especies del Orden Hymenoptera, con las plantas con flores que habitan los lindos parajes pertenecientes al Sistema Montañoso Coriano Lara-Falcón-Yaracuy, en Venezuela.
Un grupo de avispas papeleras (Reino Animalia, Filo Arthropoda, Clase Insecta, Subclase Pterygota, Orden Hymenoptera, Suborden Apocrita, Infraorden Aculeata, Familia Vespidae, subfamilia Polistinae, Tribu Epiponini, Género Protopolybia, Espcie Protopolybia exigua), se dedican a construir su colmena sobre el envés de una hota de una planta de heliconia, en un sector del bosque xerófito del norte del Edo. Lara, a unos 700 m s.n.m. Estas avispas son agresivas y se valen de su aguijón para defenderse y atacar a los depredadores y sus presas. Por experiencia propia, les digo que generan inflamación de los tejidos blandos y cierto dolor, soportable.
A mediados del siglo pasado, ya se conocía el comportamiento de la temperatura dentro de los ecosistemas, en función de la altitud (Jahn, 1934) y Röhl, 1951), según los cuales, en Venezuela la temperatura disminuye aproximadamente a 0,67°C por cada 100 metros de elevación sobre el nivel del mar. Además, ya se conocía la relación entre factores como la vegetación, agua, altitud y temperatura, con respecto a la fauna presente en espacios geográficos bien delimitados, conocidos como biomas, donde cada individuo presente mantiene un complejo sistema de interdependencia con sus vecinos, ocupa un hábitat, tiene un nicho ecológico definido y lucha por sobrevivir y dejar descendencia.
https://youtube.com/shorts/6WkmdS_ytGs?feature=share Video subido desde mi cuenta de YouTube, que pueden seguir como Ali Riera En una de las muchas visitas realizadas al sector Mojomú, montaña Mucuragua, perteneciente al bosque xerófito del norte del Edo. Lara, Sistema Montañoso Coriano Lara-Falcón-Yaracuy, pude documentar la presencia de neblina y niebla en el espacio circundante, factor ambiental que afecta de manera significativa el clima, la fauna y flora, de este imponente bioma de bosque xerófito, o bosque caducifolio ubicado en la parroquia Águedo Felipe Alvarado, municipio Iribarren, a unos 900 m s.n.m., con temperaturas que pueden oscilar entre los 24° Celsius y los 32° Celsius, pudiendo aumentar cuando se está a plena exposición solar.
En este bosque semicaducifolio las fuentes de agua son escasas y se materializan a través de la condensación de la neblina, o el agua procedente de las lluvias, que luego es almacenada en lagunas artesanales, en troncos huecos, o en cavidades naturales, para luego ser aprovechada por los seres vivos que habitan estos hermosos parajes larenses.
En terrenos con cierta inclinación o declive, o bien construidos por el hombre, se almacena el agua de las lluvias, la cual es usada por las especies de fauna y flora que habitan estos ecosistemas naturales de la montaña Mucuragua.
También se pueden apreciar antiguos pajonales, de tiempos remotos, cuando existían fundos ganaderos en estas tierras, actualmente dedicadas al cultivo de la piña (Ananas sativa). Bajo estos pajonales, a nivel de suelo, se consiguen cuevas y caminos dejados por especies silvestres, y el microclima es excelente para mitigar el agobiante calor, típico de estos bosque semicaducifolios.
Imagen panorámica del bosque xerófito de la montaña Mucuragua, al norte del Edo. Lara, tomada el 18 de abril de 2025, al final de la estación seca. Noten que persiste el pajonal, agobiado por la sequía y el calor, y los animales silvestres aprovechan el microclima que se mantiene cerca del suelo para refugiarse al amparo de estas gramíneas que se han adaptado muy bien en estos espacios geográficos.
Uno de las relaciones más notorias observadas en el bosque xerófito del norte del Edo. Lara, muy poco sutiles, es la que se da entre mis amigos campesinos y los animales silvestres, o animales de presa, que constituyen la fuente básica de aporte proteínico para las familias campesinas, las cuales he podido documentar, destacando que los entes gubernamentales no han logrado controlar, como sí lo hacen con los citadinos que quieren ejercer la cacería deportiva.
Algunos de mis amigos campesinos, suben a la montaña Mucuragua, acompañados de sus perros mestizos, excelentes rastreadores, y se dedican a la cacería de sustento, de presas como las lapas, báquiros o el venado, para cumplir con el requerimiento proteínico de su núcleo familiar. Ellos no utilizan armas de fuego, si no las herramientas de labranza, tales como la chicura, el pico, la pala y el machete.
Se puede afirmar que la depredación, casi siempre va a favor del cazador, ya que, aparte de las comidas usadas como cebo para atraer las presas, el cazador no aporta nada significativo a estas relaciones ecológicas desnaturalizadas, ya que los seres humanos no son parte de las especies silvestres. Solo puede considerarse, el control artificial de los números poblacionales de las especies, que atacan al ganado, a los cultivos usados para mitigar el hambre de los campesinos, o a las cosechas de los latifundios que existen con fines comerciales.
Roedores como las lapas ((Cuniculus paca, Familia Cuniculidae, Orden Rodentia), capaces de devorar los frutos de plantas como la piña, el maíz, cambur, y muchos otros, es cazado por mis amigos campesinos con doble propósito: Obtener una fuente confiable de proteinas para el sutento familiar y el control poblacional de estos animales, a fin de proteger las cosechas.
Los campesinos se valen de sus perros, equipos de labranza, y sus conocimientos ecológicos de los animales que desean cazar, para lograr sus cometidos. Es de esta forma, como han logrado capturar conejos, monos, lapas, picures, venados, báquiros, paujíes, guacharacas, palomas turcas, carboneras, cachicamos, dantas, cunaguaros y muchas otras especies que les sirven de alimento.
Este pequeño venado caramerudo (Odocoileus virginianus, Familia Cervidae, Orden Artiodactyla), fue capturado por uno de mis amigos campesino, quien vive muy cerca de la montaña Mucuragua, y luego lo llevó a su residencia para criarlo. Cuenta mi amigo, que eran las 6 de la mañana y ya había comenzado su faena en las plantas de piña, cuando en medio de la neblina, se le acercó un pequeño animal buscando refugio cerca de él. Al principio pensó que se trataba de un perro, pero al agarrarlo, notó que era un cervatillo, al cual cobijó y de inmediato, lo traslado hasta su casa, dejándolo al cuidado de su esposa e hijo, regresando, luego, a trabajar en las piñas. En esa casa, cerca de la montaña, pude fotografiarlo y disfrutar de la hermosura de ese pequeño venado. Luego me enteré, que el venadito fue intercambiado por cuatro ovejos, a un hacendado de la zona, quien tiene otros venados en un zoocriadero rudimentario, en el sector Mojomú.
En el bosque xerófito de la montaña Mucuragua, al norte del Edo. Lara, existen relaciones ecológicas más sutiles, que muchas veces son ignoradas por el observador, a menos de que sean víctimas del aguijón de sus protagonistas alados, las cuales son muy importantes para la buena marcha de la vida dentro de los ecosistemas.
Un ejemplar de avispa papelera dorada(Familia Vespidae, Especie probable Polistes aurifer). Esta es una especie depredadora de insectos en todas las etapas del ciclo vital de los mismos. También se alimenta a partir de polen, nectar , o pulpa y fluidos de frutos maduros, causando importantes daños a la fruticultura. Su picadura es dolorosa y de interes médico, sinedo capaz de marcar a los potenciales depredadores, incluido el hombre, con feromonas que incitan a otras avispas a continuar el ataque.
Entre esas relaciones ecológicas muy sutiles, he podido identificar tres tipos de avispas, todas agresivas y con capacidad de picar y causar reacción alérgica en los seres humanos, las cuales son depredadoras y viven en colonias, donde no almacenan miel, pero si tienen cámaras de cría para los descendientes.
Una colonia de avispas papeleras (Reino Animalia, Filo Arthropoda, Clase Insecta, Subclase Pterygota, Orden Hymenoptera, Suborden Apocrita, Infraorden Aculeata, Familia Vespidae, subfamilia Polistinae, Tribu Epiponini, Género Protopolybia, Especie Protopolybia exigua), muy comunes en los espacios de la montaña Mucuragua,
Las tres especies son conocidas como avispas papeleras, las cuales son herbivoristas, ya que se alimentan a partir del polen, nectar y tejidos vegetales, así como también, de la depredación de pequeños artrópodos que se crucen en su camino, incluidos, larvas de muchos insectos, grillos, otras avispas y abejas melíferas, entre muchas más piezas de cacería.
Una colonia de avispas forrajeras nocturnas, o avispas de la leche, constituida por obreras depredadoras que se dedican a cazar a otros insectos durante las horas de la noche. También se alimentan a partir de polen, nectar, pulpa y fluidos de frutas maduras.
A nivel taxonómico, estas avispas forrajeras nocturnas pertenecen al Reino Animalia, Filo Arthropoda, Clase Insecta, Orden Hymenoptera, Familia Vespidae, Tribu Epiponini, Género Apoica, Especie Apoica pallens.
Estas avispas son agresivas y como dignas representantes del Infraorden Aculeata, hacen uso de su aguijón para defenderse o atacar a sus depredadores y presas, inoculando toxinas de importanica médica para los humanos y paralizantes para otros artrópodos.
Una colonia joven de avipas balita, en su cacure (Familia Vespidae, Subfamilia Polistinae, Especie Polybia occidentalis), destacando que pueden llegar a ser muy numerosas y de colonias muy grandes. Son avispas depredadoras, herbivoristas y además, producen una miel oscura que almacenan como fuente de alimento para épocas de escasez. Son muy agresivas y de interes médico para los humanos.
Todas la avispas mencionadas constituyen una fuente de alimento para anfibios, reptiles y aves, que las consumen y aprovecha las distintas fases de su ciclo vital.
También he documentado un tipo de avispa muy llamativa por su forma solitaria de vida, su manera de moverse entre la vegetación y su hermoso colorido. Se trata de una avispa parasitoide, capaz de infestar arañas, grillos, cucarachas y una gran gama de insectos, a los cuales les inocula un huevo fértil, del que eclosiona una larva, que se va alimentar de su hospedero, aún vivo, hasta que emerge como una avispa adulta, a costa de la vida del individuo parasitado.

Un ejemplar de avispa parasitoide, común en los espacios del bosque xerófito de la montaña de Mucuragua, al norte del Edo. Lara. A nivel taxonómico esta avispa pertenece al Orden Hymenoptera, Suborden Apocrita, Superfamilia Ichneumonoidea, Familia Ichneumonidae, Subfamilia Ichneumoninae, Tribu Ichneumonini, especie Saranaca apicalis. Tienen hábitos ecológicos muy similares a los de las avispas del Género Pepsi, Familia Pompilidae.
Otra relación ecológica sutil y muy importante la realizan los hongos, ya sea en forma independiente o en asociación con algas, que degradan los sustratos donde crecen y los van transformado hasta hacerlos viables para el desarrollo de briofitas, hapáticas y helechos, cumpliendo un excelente papel de comunidades pioneras en toda esta zona montañosa de bosque semicaducifolio.
Hongos de oreja (Reino Fungi, Filo Basidiomycota, Subfilo Agaricomycotina, Clase Agaricomycetes, Orden Polyporales, Familia Polyporaceae, Especie Trametes versicolor (pubescens), crecen sobre el tronco de un árbol en descomposición, con evidentes marcas de que fue quemado por el fuego, degradando paulatinamente ese sustrato, y a medida que alimentan, van haciendo viable el mismo, para que se desarrollen especies más evolucionadas.
En algunos de esos viajes, acompañando a mis amigos campesinos, he podido documentar la presencia de aves de rapiña, conocidos localmente como zamuros, que cumplen un papel determinante en la salud de los ecosistemas, al consumir los cadáveres de animales, y de no ser por la acción de estas aves, esos animales muertos contaminarían los espacios naturales y se acumularían excesos de materia orgánica, que pudieran desencadenar enfermedades incontrolables entre las especies de fauna silvestre.
En esta imagen observan un zamuro (Familia Cathartidae, Especie Coragyps atratus), en pleno vuelo, en busca de algún cadáver que les sirva de alimento. Noten que estamos en una de las zonas más altas del bosque xerófito de la montaña mucuragua, donde existen algunos espacios deforestados, los cuales han sido usados en el cultivo de plantaciones de piña. Altitud: 895 m s.n.m.
Bibliografía sugerida:
Sistema Coriano o Formación Lara-Falcón-Yaracuy FUENTE
Biodiversidad en Venezuela (bosques xerófitos) FUENTE
Bosques semideciduos: FUENTE
Avispa papelera dorada. FUENTE
Saranaca apicalis (Cresson, 1877) FUNTE
Avispa. FUENTE
Gracias por visitar mi blog.
Ali Riera
Todas las imágenes y videos que han observado en esta publicación fueron tomadas con un equipo celular Xiaomi Redmi 9C y son propiedad de @aliriera.