https://prod.media.larepublica.pe/720x405/larepublica/imagen/2018/06/08/noticia-comediante-peruana.png
En la zombificada Venezuela, ya desfragmentada en varias tierras foráneas, hizo eco un video con el epíteto de xenfobia, aquella palabra ahora tan popular que se usa tan a la ligera como los zapatos que usamos al salir a la calle. La delgada sensibilidad que privó al venezolano de reirse, como suele hacer, de sí mismo y sus desgracias.
Cabrujas dijo que aquella costumbre de reírnos de nuestras cuitas procede de una tradición ya ancestral, cuando en la Venezuela española se presentaba una obra de teatro de la pasión de Cristo, que al contrario de lo que pueda pensarse, es una antítesis de su fuente original; una obra cómica sobre como un mestizo, y no un español, está representando a Cristo, y la gente se ríe de él porque resulta risible que un papel tan sublime lo representase un segundón; un neogranadino, que no un español, o un sueco u otro europeo. El venezolano no asume la tragedia. Y, de repente, aquél cómico venezolano que se burlaba del portugués o el gallego pasó a ser el sujeto de la risa de otros, el dichoso "rey del bullying" convertido en el "sapo" que delata y molesta.
El rechazo hacia personas ajenas -y más si viene de un país del tercer mundo- es algo natural, más aún si te esfuerzas por evitar adaptarte al país que te acoje, empero me resulta hipócrita y risorio cómo compatriotas quieren sapear a todos como xenófobos mientras refuerza el rechazo, haciendo que despidan del trabajo a una autóctona, ¿cómo creen que verán estas acciones los peruanos?; un extranjero llega a tu país, se ofende por uno de tantos estereotipos que existen en su nacionalidad y en las demás, y hace que despidan a una compatriota. Infinitamente hipócrita aquel que señale a la peruana pero se revolvía en el piso con la "estupidez" del gallego. Y si señalo esto no es porque lo condene, es porque el humor negro no tiene nada de malo; el humor se basa en la tolerancia de lo que se dice, y el saber que el objeto de la risa superará aquella etapa, como burlarse de los dramas de un hermano menor.
El prejuicio muchas veces funciona como método de defensa, y está justificado. No quiero gimnasias semánticas; si vieses a una persona llamándote en un callejón oscuro, no irías a ver qué quiere, de la misma forma, si los autóctonos ven videos como los de la muchacha ocupando ilegalmente una cancha en Colombia junto a un montón de gente, amenazando con quedarse ahí si no saciaban sus necesidades, luego ven borrachos tirando botellas a su casera o los comentarios de odio y victimismo hacia la comediante por un chiste... ¿qué más le queda aparte de pensar que somos una panda de holgazanes abusivos?. Me gusta pensar que los de buena fe somos mayoritarios y aquellos -y muchos otros- no son más que casos aislados, aún careciendo las fuentes, pero no lo sé; lo que sí sé es que siempre que veamos estas actitudes socialistoides debemos de señalar al sujeto, corregirle, y decir que no somos como esa lacra.

[Pueden seguirme en twitter](https://www.twitter.com/allenblue45)