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We Built This Joy
I want to tell a true story, one about joy, but one that comes from pain, from the pain of life itself, from the everyday, from the human side. For me, overcoming hardship is the best thing a human being can do with their life, with their time. I felt great joy the day my son came into the world, into a cruel world that, from the first days of his life, presented itself to him as a cruel world, capable of taking away, in one breath, the person who had given him the most love in his life.
My son grew up without his mother, and it was a pain I carry with guilt even today, and I know he grew up with absences, absences he'll never fill. Our living conditions weren't the best either; we didn't go hungry, but we didn't exactly have a lot of money. Even so, he always learned to be happy, with the basics, with the simple things. We had a modest house inherited from my father, and I had a simple office job, enough so that school was the only problem he had in his life as a child and adolescent.
My son always noticed my sacrifice, even though he never told me. There were no complaints, no reproaches. I know that for as long as he could remember, he loved to study, and his true happiness, and of course mine, lay in studying and getting good grades.
We always trusted each other to tell each other everything, we always found time to share, an impromptu dinner, nights studying together before an exam. He always remained silent when I was absent or short, and he didn't hesitate to speak up to thank me.
One day, we sat down to talk while my coffee was brewing:
-Do you already know what you're going to study? Do you already know which university you want to go to?- I said. It was his senior year, and I was already wondering why he had never mentioned the subject.
-Dad, we can't afford to pay for universities. I need to work and be able to help you with the household expenses. You can't keep up. I can get a good job,- was my son's response, with a tone of resignation in his voice. That night I couldn't sleep. I couldn't allow my son to abandon his dreams. I was afraid he'd end up regretting a decision made out of necessity and impossibility, rather than what his heart dictated.
The next morning, I went to school and spoke with the principal. He knew my son's situation and my own very well, so the conversation was frank and simple. I was surprised to learn that my son had prepared day and night to obtain a medical scholarship, but that the scholarship slipped through his fingers at the last minute due to a few points. This was his true dream: to study medicine.
I returned home. In the afternoon, my son returned. There was a conversation we had yet to discuss:
-Father, I know you went to school. I spoke with the principal. I was embarrassed to tell you that I had lost my scholarship, and I didn't want you to feel obligated to pay for such an expensive college.- My son's face was visibly affected by his words.
-Son, we've always trusted each other to tell each other everything. If you want to make me happy, go to college, study what you want. You'll make me happier than ever in my life. We'll always be able to make ends meet.-
And so it was, and the years went by. It's true that I had to take two jobs, but so did my son. He worked nights and took out his books during breaks. We both worked hard every year, and he did it, he did it. He did it!
It was graduation day. His white coat was immaculate, and I watched him proudly, along with other family members and parents, graduating. He had jubilation and joy in his eyes, and it was extremely contagious. I could barely sit still for excitement.
He came downstairs with his diploma in hand and said to me:
-For you, Dad!
-You did it!- I said.
-We did it, Dad!- he said as he hugged me.
That was the happiest day of my life, the day filled with happiness, a day I can only compare to the day he came into the world.
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Creative Nonfiction Prompt #149▶️ https://ecency.com/category/@theinkwell/creative-nonfiction-prompt-149
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Construimos esta alegría.
Quiero contar una historia real una sobre regocijo pero que viene desde el dolor, del dolor de la vida misma, de lo cotidiano, de lo humano. La superación es para mi lo mejor que el humano puede hacer con su vida, con su tiempo. Recibí gran regocijo el día que mi hijo llegó al mundo, a un mundo cruel que se le presentaba desde los primeros días de su vida como un mundo cruel, capaz de quitarle de una vez y en un respira a la persona que más amor le hubiese dado en su vida.
Mi hijo creció sin su madre, y fue un dolor que yo cargué con culpa incluso hoy, y se que el creció con ausencias, ausencias que nunca llenará. Nuestras condiciones de vida tampoco eran las mejores, no pasábamos hambre pero el dinero precisamente no nos sobraba, aun así el siempre aprendió a ser feliz, con lo básico, con lo simple, teníamos una modesta casa heredada de mi padre y yo un trabajo de oficina simple, lo suficiente para que la escuela fuera el único problema que tuviera en su vida de niño y adolescente.
Mi hijo siempre se dio cuenta de mi sacrificio aunque nunca me lo dijo: no hubo quejas, no hubo reproches, se que desde que tenía uso de razón le gustaba estudiar y en estudiar y obtener buenas notas estaba su verdadera felicidad y por supuesto la mía.
Siempre tuvimos la confianza de contarnos todo, siempre buscábamos el momento de compartir, una cena improvisada, las noches de estudios juntos ante un examen. Siempre calló ante la ausencia y las carencias y no dudaba en alzar la voz para agradecerme
Un día nos sentamos a hablar mientras mi café se hacía:
-¿Ya sabes qué vas a estudiar? ¿Ya sabes a qué universidad quieres ir? - le dije, era su último año y ya me extrañaba que nunca había hablado del tema.
-Papá no podemos gastar en universidades, necesito trabajar y poder ayudarte con los gastos de la casa, no das abasto, ya yo puedo conseguir un buen trabajo -fue la respuesta de mi hijo, con un tono de resignación en su voz.
Esa noche no pude dormir, no podía permitir que mi hijo dejara atrás sus sueños, temía que terminara arrepintiéndose en un futuro por una decisión tomada por la necesidad y la imposibilidad, más que por lo que su corazón dictaba.
A la mañana siguiente me dirigí a la escuela y hablé con el director, conocía muy bien la situación de mi hijo y la mía propia, así que la conversación fue franca y sencilla. Me sorprendió conocer que mi hijo se preparó día y noche para obtener una beca de medicina, pero que esa beca se le escapó de sus manos en último minuto por unos puntos, y que ese era su verdadero sueño, quería estudiar medicina.
Regresé a casa, en la tarde regresó mi hijo. Hay una conversación que tenemos pendiente:
-Padre, se que fuiste a la escuela, hablé con el director, me daba vergüenza decirte que había perdido la beca y no quería que te sintieras obligado a pagarme una universidad tan cara - la cara de mi hijo estaba visiblemente afectada por sus palabras.
-Hijo, siempre hemos tenido la confianza de contarnos todo, si quieres hacerme feliz, ve a la universidad, estudia lo que deseas, me harás más feliz que nunca en mi vida, el dinero siempre nos podremos ajustar más.
Y así fue y así pasaron los años, y es cierto que tuve que tomar dos trabajos pero mi hijo también, trabajaba de noche y entre descanso sacaba sus libros, ambos nos esforzamos cada año y lo logró, lo logró. ¡Lo logró!
Era el día de la graduación su bata blanca estaba impecable y yo lo miraba con orgullo junto a otros familiares y padres, de su graduación. Tenía júbilo y regocijo en su mirada, y era extremadamente contagioso, yo apenas podía sentarme de la emoción.
Bajó con su diploma en mano y me dijo:
-¡Para ti papá!
-¡Lo lograste! -le dije
-¡Lo logramos papá! -me dijo mientras me abrazaba
Ese fue el día más feliz de mi vida, el día más lleno de felicidad un día que solo puedo comparar con el día que llegó al mundo.
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Creative Nonfiction Prompt #149▶️ https://ecency.com/category/@theinkwell/creative-nonfiction-prompt-149
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