El año pasado, alrededor de octubre, me enteré de las fechas del Jubileo de los Jóvenes en Roma y supe que no podía dejar pasar esa oportunidad. Desde hace tiempo había querido asistir a una Jornada Mundial de la Juventud (como la de Lisboa), pero no había podido hacerlo. Al ver que la inscripción no era tan cara, me animé y comencé a organizar todo.
Al principio pensé en viajar con un grupo de amigos de España, pero al saber que varios jóvenes de Caracas se unirían al grupo “Caracas Peregrina”, decidí inscribirme con ellos.
Salgo de Caracas el 24 de julio, haré escala en Madrid y llegaré a Roma en la noche del 25. Aunque el Jubileo se celebra del 28 de julio al 3 de agosto, nuestro paquete llega hasta el 4. Estoy emocionada y un poco nerviosa porque será la primera vez que viajo sin mi familia, y aunque aún no sé bien cómo me moveré por allá o cuánto dinero gastaré, confío en Jesús para que todo salga bien. Todavía tengo varias cosas que organizar, como el alojamiento y el itinerario, pero siento que este proceso de preparación es un camino lleno de ganas y fe.
Vamos un grupo de casi 40 personas de distintos rincones de Caracas, y la agenda está repleta de actividades: eventos culturales, música, confesiones en el Circo Massimo y una misa de cierre en la Universidad Tor Vergata. También cruzaremos las Puertas Santas, algo muy especial para mí, porque representa una oportunidad para ganar una indulgencia plenaria y aprovechar para pedir por mí y por algunos familiares fallecidos.
Además, quiero conocer lugares que siempre soñé: la Fontana di Trevi, el Coliseo Romano, y si puedo, escaparme un día a Asís, aunque no estoy segura si lograré hacerlo porque llego a Roma ese mismo día (el 26). Después de Roma, me quedaré unos días más en España para visitar Alicante, Valencia y Madrid.
Lo que más me emociona de este viaje es que será la primera peregrinación que haré con mi novio. Para nosotros, es una oportunidad especial para crecer juntos, como pareja y como creyentes. Hemos estado preparándonos desde hace meses, asistiendo a encuentros formativos y peregrinaciones dentro de nuestra pastoral juvenil, y sentimos esa curiosidad bonita por descubrir qué pasará, conocer otro país, encontrarnos con personas de todo el mundo y, si se puede, escuchar al Papa León XVI en español.
Para costearlo, he tenido que hacer de todo: rifas, vender postres y velas, y evitar comer tanto en la calle, pero como todo trabajo, con paciencia y amor ha dado sus frutos.
Obviamente aún no he hecho la maleta porque faltan muchos días, pero si algo es seguro, es que me llevaré detalles de Venezuela para regalar a los amigos que haga por allá.
Y si me preguntas qué espero de todo esto, te diría que más que un viaje, siento que es un proceso espiritual, quiero abrir mi corazón para encontrar a Dios en cada paso, en cada rostro, en cada oración.
No puedo esperar para compartir esta experiencia y contar cómo se vive desde adentro, ¡Roma nos espera! Y yo estoy lista para descubrir qué quiere Dios para mí en esta aventura.
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