“La finalidad del arte es dar cuerpo a la esencia secreta de las cosas, no el copiar su apariencia.”
Aristóteles
"Me he arrojado sin preámbulo alguno a pretender descifrar aquello que los ojos no logran dejar de ver y he, estrepitosamente, fracasado. Doy cuenta ahora, al escribir estas líneas, que lo que intento entender pertenece a un reino que no me corresponde comprender, de que esta verdad, tan universal, habita más allá de lo que mi verdad propia me permite ver."
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¿Por qué Importa el Arte?
Recuerdo aún la primera vez que vi Los Nenúfares. Mi padre me había llevado de viaje con él y, como solía ser, en sus esfuerzos por imprimir en mí interés alguno por las artes, había terminado por traerme a un pequeño museo que en esta ocasión albergaba obras de Monet. La sala, bañada en luz blanca que radiaba desde el techo simulando así una especie de catedral, era visitada en ese momento por solo unas cuantas personas y se encontraba sumergida en un silencio que era interrumpido únicamente por murmullos y ecos de pisadas. Recuerdo con claridad sentirme, en aquel instante, más en un templo, en una especie de santuario o lugar de religión, que en un "mero" museo y preguntarme qué era aquello que las personas venían a ver y por qué lo hacían, ¿Por qué – en definitiva – era relevante?
Mi padre relató, ante mis inquietudes, un breve paseo por la vida y obra del autor y contestó lo mejor que pudo mis preguntas, a las que poco en realidad le importaban la vida del pintor o la cantidad de recursos utilizados, la técnica, lo delicado de los trazos o lo relevante del contexto y el momento histórico, pues se desligaban estas de todo lo que tan a menudo asociamos a la importancia de la obra y se dirigían a aquello que reside más allá.
Es cuanto menos curioso el hecho de que enfrentados con una pregunta de tan aparente sencillez, recurramos con facilidad a verdades que poco tienen que ver con nuestras motivaciones e inquietudes más profundas y nos conformemos con medias tintas. Es muestra esa cualidad, quizás, de lo difícil que nos resulta asignarle valor a algo que sabemos es invaluable.
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Nenúfares - Claude Monet / Museé de l'Orangerie
Existen objetos artísticos que poseen la capacidad de hablar por si solos y nos resultan, sin explicación aparente o racionalización inmediata, sagrados. Terminan siendo estas las piezas ante las cuales nos encontramos rindiendo tributo de manera constante y desde, me atrevería a decir, una consciencia colectiva, admirándolas maravillados e ignorantes, incapaces siquiera de poder explicar de manera coherente qué es lo que en nosotros provoca aquello que, desde su esencia, emana algo que nos resulta desconocido y nos comunica de manera parcialmente articulada el papel que el arte termina por desempeñar en nuestra sociedad y por consiguiente el rol del artista en la condición humana.
Es el arte, que tan a menudo es al mismo tiempo elevado y denigrado, más que una actividad en belleza o producto estético y comunicativo, más que sentimentalismo y expresión o cualquier otra definición académica que redunde en las escuelas. Se trata de aquello que es capaz de abrir nuestros ojos a todo lo que ha de ser considerado transcendental, de la mano humana que osa tocar lo que reside más allá de su alcance. Es la obra de arte una ventana abierta que expone lo que habita más allá de nosotros mismos y se aproxima en ese aspecto a una experiencia religiosa.
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El artista, hemos de convenir, contiende su existencia con el caos de lo desconocido y se encuentra ante ello desnudo y franco. Necesita de su creatividad para vivir y de alguna manera exteriorizar lo que su interior posee y en ese sentido: se halla maldito.
“Nadie menos yo conoce la ansiedad que padezco y los problemas que me doy...”
Claude Monet
Su misma naturaleza le ha condenado a ser miserable a menos de que logre crear y sin embargo su proceso creativo, no carente de ironías, le resulta esquivo y le rehuye. Se halla afanado por construir belleza desde la nada y desde un pensar que le resultará a menudo imposible de entender con claridad, y erigirá su grandiosidad siempre dudando de la base sobre la cual ha elevado su trabajo. Temo he llegado a considerar la creatividad más maldición que bendición, y doy gracias, en secreto por supuesto, por no ser tan creativo como a veces se me estima. Es en definitiva el artista un pobre bastardo al que le urge mojarse en lo desconocido para pretender, de en medio de ese caos, encontrar sentido.
No existe quizás imagen que pueda asociar mejor a ello que los propios Nenúfares de Monet que, en su extensión de casi trece (13) metros, arrojan a quien le observa en el punto de vista del autor y en medio del caos y azar que rigen la totalidad del lienzo. Ante nuestros ojos reposa una escena más cercana a ensueño que paisaje, carente de estructura coherente, en donde desde el desorden se ha logrado construir belleza.
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Resulta claro, entonces, que es en la medida en que somos capaces de dar cuenta de cuan limitados y finitos somos y cuan atados por nuestra ignorancia y desconocimiento nos encontramos que podemos comenzar a comprender la importancia de familiarizarnos con lo artístico, que en última instancia se trata de no menos que lo humano. Es parte ello de nuestro pacto divino, nuestra necesidad primitiva de vivir en manera tal de poder apreciar la transcendencia de nuestro falible y accidentado existir que sería, en ausencia de lo sublime: trágico y lúgubre.
“Sin el arte, la crudeza de la realidad haría que el mundo fuese insoportable”
George Bernard Shaw