[ESP] Hundido, como los ojos de un muerto

@aremontilla · 2025-03-19 14:32 · Literatos

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Hundido, como los ojos de un muerto

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La lancha se mecía lentamente en la oscura inmensidad del lago de Maracaibo. El silencio de la noche era tan profundo que parecía ahogar hasta los más leves suspiros de sus cuatro ocupantes.

* *

Mariela, a pesar de ser muy valiente, se abrazaba a sus rodillas, mirando el agua negra como si en cualquier momento algo fuera a emerger de ella. Edgar, el veterano del grupo, estaba inclinado sobre el borde de la barca, iluminando el agua con una linterna que parecía parpadear más de lo habitual. Marcos permanecía sentado al fondo, en silencio, mientras murmuraba una oración con los ojos cerrados. Alex, de pie con el machete en la mano, intentaba proyectar una confianza que todos sabían que era falsa.

* *

«Ahí está», dijo Edgar, rompiendo el silencio con voz ronca. Señaló un punto en el agua donde empezaban a aparecer pequeñas burbujas. «Estamos justo encima de los restos del naufragio».

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«¿Y si todo esto es un error?», preguntó Mariela, su voz apenas un susurro, ahogada por el viento helado que soplaba de repente. «No sabemos qué hay ahí abajo, ¿y si no quiere que lo encontremos?».

* *

«Eso no es más que superstición», replicó Edgar con firmeza, aunque incluso él parecía menos convencido de sus propias palabras. «No he venido hasta aquí para escuchar tus historias de terror.» «Ahí abajo hay un tesoro y vamos a recuperarlo».

* *

Todos estaban discutiendo y, de repente, el motor de la lancha zumbó y luego se apagó con un crujido que resonó como un lamento en la inmensidad del lago. Un escalofrío recorrió a los cuatro, ahora el único sonido era el suave chapoteo del agua contra el casco.

* *

«Esto no es normal», murmuró Marcos, con los ojos muy abiertos mientras se sujetaba la cruz de plata al cuello. Alex se acercó al motor, pero antes de que pudiera comprobarlo, algo golpeó el casco del barco desde abajo. El impacto fue tan fuerte que casi cae al agua. Mariela jadeó y se agarró a lo primero que encontró para sostenerse.

* *

Mientras que Edgar apuntó frenéticamente la linterna hacia el agua en busca de lo que había golpeado el barco. Y por un instante, todos vieron algo imposible de explicar. Un rostro pálido y deforme emergió brevemente de las profundidades. Sus cuencas oculares eran pozos vacíos que parecían absorber toda la luz, y su boca se abrió en un silencioso gesto de agonía antes de desaparecer bajo la superficie. Mariela empezó a llorar; Marco siguió rezando, esta vez en voz alta.

* *

«¡Es el capitán!», exclamó Marcos con voz temblorosa. «La historia es cierta, murió encadenado a su propio barco.» «Su espíritu nunca ha descansado, está sediento de almas, nos requiere».

* *

El agua alrededor del barco empezó a moverse violentamente. Las cuerdas que sujetaban el motor se tensaron como si algo tirara de ellas desde abajo. El barco crujió y se inclinó peligrosamente hacia un lado. Edgar gritó órdenes desesperado, pero sus palabras quedaron sepultadas por un rugido ensordecedor: el lago parecía reclamar lo que le pertenecía.

* *

La barca se zarandeó ferozmente y Mariela fue la primera en caer y desaparecer. Sus gritos se cortaron bruscamente cuando algo invisible la arrastró bajo el agua. Alex intentó ayudarla, pero un tirón brutal le hizo soltar el machete. Antes de que pudiera reaccionar, él también fue engullido por las profundidades.

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Edgar y Marcos quedaron solos, abrazados al casco, que seguía inclinándose. Entonces lo vieron. Una figura humanoide emergió del agua, pero no tenía forma definida. Era como una sombra sólida, con ojos huecos que parecían mirar a través de ellos. Extendió un brazo etéreo hacia la barca y, con un gesto lento definido, tiró de ella hacia abajo.

* *

El lago Maracaibo devoró por completo la embarcación y su tripulación. No quedó más que el eco de los gritos perdidos y la brisa nocturna murmurando entre las olas, como si cantara una canción antigua y olvidada. «Hundido, como los ojos de un muerto».

*

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Fuente de las imágenes 1, 2, 3, 4

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