-“La mujer no es un adorno, un bonito jarrón o algo parecido que exhibes en tu sala”, le decía Lou Andreas a Nietszche, mientras caminaban con paso apresurado por el centro de la ciudad. Ella quería llegar a tiempo a la protesta. Se le había hecho tarde conversando con el gran filósofo. No podía entender por qué las mujeres de Europa se resistían a despertar, a entender, que decorar la casa, y ser parte de la decoración era un destino pobre, estrecho, que había tantas maneras en que la mujer podía utilizar su inteligencia, más allá del cuidado del marido, los hijos y la casa. Su amigo la miraba con admiración, pero también con deseo. El deseo imposible de tener para sí un corazón libre y rebelde.

Contenido original de mi autoría para Mensaje diario de cinco minutos gracias a Marianne West's @latino.romano, @wakeupkitty, and @felt.buzz

“-Women are not decorations, pretty vases, or anything else you display in your living room,” Lou Andreas said to Nietzsche as they walked quickly through the city center. She wanted to get to the protest on time. She had been delayed by her conversation with the great philosopher. She couldn't understand why women in Europe were reluctant to wake up, to understand that decorating the house and being part of the decoration was a poor, narrow destiny, that there were so many ways in which women could use their intelligence, beyond caring for their husbands, children, and homes. Her friend looked at her with admiration, but also with desire. The impossible desire to have a free and rebellious heart for himself.

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