https://cdn.steemitimages.com/DQmTbk2mhg491Ug5XurWPFoPHWHiJhXrijnG6V2UeDdEmJe/image.png
Desperté en un bosque, la luna endemoniada con destellos de sangre, la brisa tocaba chelos que lloraban. Yo tendida sobre las hojas viendo arboles que bailaban risueños con los labios de negro y cortándose el uno al otro como si así se vengase de un mal amor, un hijo muerto o todo lo que no pudieron. Parecían brujas alegres que lanzaban encantos con miradas que guardaban sufrimiento, y mientras eso, puse mis pies en marcha por senderos de navajas, llenos de rosas perfumadas. Ellas también se meneaban al son de los chelos esos que lloraban, era precioso ir entre pasillos de flora, hojas y ramas misteriosas, llenas de melancolías demoniacas que danzaban como par enamorados, haciéndolo suave sobre una cama.

A medida de que andaba, en algunas ocasiones desatendía todo lo otro que me distraía, pillaba grillos y sapos, mariposas y otras ninfas que hacían vida por las noches, bajo diferentes encantos que completaban la armonía del misticismo que aquel bosque sagrado y sangrado otorgaba. Todos esos diminutos, aunque para mí eran solo un tanto pequeños porque si yo fuese más mágica seguro sería un hada. Pero era a mí a la que hechizaban para enseñarme a quién sabe, ¿aceptar que mancho por al menos cada 4 semanas?... Le pregunte a los búhos, si eran ellos felices, me dijeron que la felicidad era cosa de humanos, que podían guiarme hasta donde un mago, lo más cercano a respuestas humanas. Atravesamos recuerdos, fantasmas y lágrimas, pudimos ver algunas carcajadas, besos y abrazos de esos cuando duermes en cuchara. Las melodías del cielo con el bosque nunca cesaban, solo cambiaban de tonos pero la composición era una misma balada.

Llegamos a una casa de dulces que perfumaba el área, se unía con el aroma de las rosas cercanas entre flores delicadas como jazmines del cielo perladas, se sumaba el olor de mis manos curiosas abriendo la puerta achocolatada. Me chupé los dedos mientras entraba y allí resonaban voces mudas que me cantaban “las aves perdidas, son la presa divina”. Las perseguí hasta el sótano, el lugar más seguro, pues en el bosque es mejor permanecer en el suelo profundo; desmantelé un espejo y allí en el reflejo habían golondrinas paradas sobre mi cuerpo, ya sabía que en mi plano no estarían reposando, así que me acerqué para acariciar hasta el otro lado, entré y ya no me vi más pero las avecillas seguían volando, fui tras ellas como en otro bosque encantado, otra casa de dulces, otras voces cantando.
Muy risueño el mago quien estaba pintando, sin voltear a verme, dijo:
— Toma una brocha, aquí hay pinturas y espacio de sobra.
— ¿Es acaso usted es el mago? Si es así, ¿cómo le llamo?
— Cualquier buen sabio puede ser mago, pero así dicen los que conocen pasajes a mi mundo cercano. Puedes decirme “el búho padre”... Mmmm veo en tus ojos que vienes por respuestas, ¿cuáles son esas, mujer pequeña?
— ¿Son los búhos felices, búho padre? ¿las hadas y esas criaturas que están más allá del pasaje? Ellos dicen que esas son cosas de humanos, pero entonces ¿qué sienten los seres diferente a los humanos? Además de todo, yo ya no sé si soy humana pues la felicidad en mí se ha ausentado, ¿cómo distingo ese sentimiento y la salida de este encanto?
Relato por @Bloodymari
Imágenes Guía 1 2 3 4 La imagen más importante es esa que creas en tu mente cuando vas leyendo.