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A veces el secreto está en caminar, sin mirar atrás, con pasos tímidos que avanzan, aunque duela el andar. Es el eco del viento quien susurra al pasar, que la vida se pinta cuando aprendes a esperar, y que el gris se disuelve si decides continuar.
El sendero es incierto, lo envuelve un manto de niebla, pero cada paso dado es luz que rompe la tela. Hay días en que el mundo parece un lienzo sin acuarela, y otros donde el color brota como primavera, si caminas lo suficiente, verás la belleza entera.
No temas la lentitud ni el peso de tus caídas, el suelo enseña lecciones, cicatrices que dan vida. El mundo cambia contigo, cuando el alma es atrevida, y el dolor se transforma en fuerza desconocida, pues en cada tropiezo nace una fuerza encendida.
Caminar es un arte, un acto de resiliencia, es pintar sobre vacío con la fe por evidencia. Cada paso es un verso, un poema de existencia, y el mundo se llena de color con tu experiencia, porque el viaje te da alma, sentido y presencia.
Entonces, sigue andando, aunque el cielo esté apagado, aunque el horizonte parezca distante y nublado. Es en el movimiento donde el espíritu es elevado, y los colores llegan, como un sol recién pintado, llenando de vida aquello que antes estaba callado.
A veces el secreto está en caminar, sin temer, que el mundo se vista de tonos que aún no puedes ver. Es el paso constante, el querer y el renacer, lo que da al corazón el poder de florecer, y al mundo entero, el milagro de volver a arder.