Algunas veces siento que vuelo, otras que choco contra el suelo, porque lo que hago hoy, no es precisamente lo que anhelo.
No siento rabia, disgusto, tampoco siento celo; solo siento que a mis noches le hacen falta más desvelo, ¡Para encender esa llama! Que con furia derretirá el lago de hielo, donde estoy profundamente sumergido; sin apoyo ni consuelo.
¡Sácame de aquí! De esta bendita caja de caramelos, donde todo parece dulce, pero resulta ser más letal que el veneno; Ven y tómame con tus brazos, y resguárdame en tu seno, ¡Oh amada poesía! Quiero ser tu pequeñuelo.