Fuente
Agradezco a @olenchic por publicar esta imagen libre de derechos de autor en https://pixabay.com
Ay, las cosas de mi tía Zenobia. Cada cuento una aventura o una anécdota.Ella como siempre: jocosa y reilona. La muy bella ella, gentil y amable como una palmera, le lleva un exquisito dulce de lechosa a una vecina. Lo hace chévere... ¿Qué digo chévere? ¡Delicioso!
Provoca comerse la olla entera, lo que pasa es que no se puede porque allí aparecen los pensamientos vengativos de que no se puede consumir tanta azúcar.
¡Vaya pa' la porra!
Bueno... Como les iba contando, llegó a la visita con su potecito de arroz chino llenito, esas tajaditas resbaladocitas, marroncitas, de lechosa, porque lo hace con papelón.
La recibe con mucho agrado, pero le empieza a dar una charla del perdón:
Que si el perdón libera y sana, que deja atrás los rencores, que permite que abrir su corazón, que se llene de paz, bueno.. el amor y el afecto son los dos pilares que nos sostienen, que hay que perdonar así sean setenta y siete veces siete.
Y ella, tranquilita, pensaba: " Bueno ¿Y qué le pasa a ella? ¿Por qué me estoy calando este chaparrón?
¡Yo no tengo perro amarra'o con ella!
Y al final, luego de que se le han muerto más de cincuenta mil neuronas de la tanta, pensadera, termina la señora diciéndole que al que no iba a perdonar era al dulce de lechosa.
No entiendo.
El texto fue creado sin utilizar IA
The text was created without using AI
**Puedes seguirme en las redes si lo deseas