Cuando escuchamos hablar de placer, generalmente lo asociamos con sexo; sin embargo, no solo el sexo desencadena el placer, sino que vivimos en nuestra vida diaria un sinfín de situaciones que logran provocarlo, y es que comer un chocolate; tomar un café; mirar una flor; recordar a un ser querido; obtener un éxito laboral, social o académico; hacer deporte; ingerir agua con bastante sed; ver a nuestro hijo comer o caminar; recibir un voto de @Cervantes en una curación en vivo; o, simplemente, escuchar la lluvia, pueden generar la misma emocionalidad.

[Reseña del Libro](https://www.xatakaciencia.com/libros-que-nos-inspiran/libros-que-nos-inspiran-la-brujula-del-placer-de-david-j-linden)
Para David Linden, en La brújula del placer (2012), “La evolución nos ha cableado para que sintamos placer con una gran variedad de experiencias, desde meditar hasta masturbarnos, saborear un cabernet sauvignon o comernos un buen plato de carne”, pues el mecanismo, a pesar de las diferencias vivenciales, sigue siendo el mismo.
Imaginemos cuando aquel hombre por primera vez probó un trozo de carne asada: sus papilas gustativas sintieron su espléndido sabor, y el cerebro activó inmediatamente el punto G del placer; y fueron los neurotransmisores, estas sustancias químicas increíbles, los encargados de lograr una sensación tan extraordinaria, que no pudo, a lo largo de su historia, dejar de comerla. Actualmente, es uno de los platillos principales de nuestra mesa.
Hoy recuerdo mi primera curación en vivo de @Cervantes: la ansiedad era increíble. Ver cómo mi post pasaba de un lado a otro en la pantalla era realmente una tortura, y, a pesar que no fue seleccionado, viví la emoción de ver cómo curaban a un amigo cercano que acababa de recomendar a la red. Mi corazón latía muy rápidamente; no podía creerlo. La alegría fue tal que inmediatamente sentí placer. **¿Serían los mismos mecanismos para ambas situaciones?**
¡Descifremos el mecanismo!
La Neurobiología se ha encargado de darnos la respuesta. Hay un único responsable: ¡el cerebro!; quien, unido a una red de células transmisoras, libera un cóctel de sustancias, entre las que destaca la **dopamina**, responsable de una extremada sensación de bienestar.

[Imagen gratuita + Diseño Cervantes]
En lo más profundo del cerebro se encuentra el **nucleus accumbens**, una zona rica en neuronas productoras de dopamina, por lo que definitivamente ha sido considerado un centro de placer.
Para comprobar el mecanismo de acción del **nucleus accumbens**, un grupo de científicos conectaron pequeños cables en esta zona cerebral de algunas ratas. Estas fueron previamente adiestradas para presionar una palanca que les disparaba leves corrientes eléctricas que estimulaban la producción de dopamina, lo que generaba en el cerebro de estos animales ciertos cosquilleos de placer. La inclinación de presionar esta palanca para vivir la experiencia fue tal, que dejaron de hacerlo con aquella que les proveía de comida y agua, lo que sugiere adicción a la autoestimulación.

[Fuente](www.pizabay.com)
Continuando con la experiencia, cambiaron el tratamiento y bloquearon la acción de la dopamina utilizando ciertas drogas, lo que hizo que ya no apretaran la palanca y volvieron solo a buscar comida y agua. Definitivamente, sin dopamina, la palanca era únicamente una pieza más de la jaula.