Cordones umbilicales emocionales y la creación de vínculos. ESP-ENG

¿Hasta dónde es bueno tan cerca? ¿Hasta cuándo es positivo el acompañamiento? ¿Cuánto es mucho?¿Cuánto es poco? Mi respuesta es: hasta que exista paz. Cuando demasiada cercanía incomode, cuando la asfixia llegue, mientras haya agobio o si la ausencia duele, por allí no será, y no estará bien. Es necesaria la paz y la armonía. ¿De qué hablo? Quiero referirme a los hilos que tejemos para los nuestros, que van creando puntos de conexión necesarios para el bienestar. #  # En este lado del mundo las familias nos agrupamos de manera diferente. Y el rango de edades para la independencia varía, según las reglas que cada grupo tenga, pero en general nos asociamos en familias numerosas al estilo de los Tres Mosqueteros: «uno para todos y todos para uno». En la mía es así. Y me refiero a mi nicho con mis cuatro hijos y nietos; pero conozco otros grupos humanos que se manejan de la misma forma, es parte de la tradición venezolana. Tenemos un cordón umbilical emocional largo y elástico del que todos formamos parte, no nos soltamos fácilmente, tampoco nos lo enrollamos en el cuello, la idea es ser independientes, pero atentos a lo que vive el otro. #  # En otros lados del mundo no es así. A los 18 años, los hijos se van largando del hogar a hacer su propia vida, así les funciona a ellos, a eso se han acostumbrado, no lo cuestiono, pero no es como me gusta. Creo en la familia y me esmeré para crear ese bloque unido aunque heterogéneo. Cada uno es como es y se le respeta, pero a la hora de la celebración o la enfermedad todos están dispuestos a estar presentes. Recientemente, mi nieto mayor con 18 años de edad, viajó solo, por primera vez, a gestiones personales para su futuro profesional y a unos ensayos en una orquesta donde iba a participar en calidad de invitado. Dos días después de su viaje ocurre la situación con el desborde de ríos, que ya conté en una publicación anterior y que provocó la incomunicación por el socavamiento de una carretera principal. Todos nos preocupamos por la manera cómo él haría su retorno, hasta ayer que le tocó vivir su aventura, para estar felizmente con nosotros, luego de hacer transbordo entre moto, autobús y canoa. Una travesía estresante y agotadora porque cargaba su maleta, más instrumentos musicales que cuidar.  El amor familiar provoca la unión y en equipo llevamos las cargas, pesa menos lo que asumimos entre todos. Las alegrías compartidas con los seres que se contentan por nuestros logros establecen vínculos muy estrechos. Hace casi cuarenta y cuatro años, atravesé este mismo río en canoa, con mi hija de año y medio, había ocurrido una inundación que se había llevado un pedazo de carretera. Venía a vivir en esta hermosa tierra, que tanta felicidad me ha dado, a trabajar y forjar mi hogar. Hoy he pensado mucho en lo que pudo haber sentido mi mamá, ante la inseguridad de este medio de transporte, y que su hija mayor emprendiera este proyecto de vida, no había la comunicación que tenemos hoy en día. Había que esperar que llegara y pudiera hacer una llamada telefónica y avisar que todo estaba bien. Hoy, con teléfono celular y la ubicación real de por dónde venía mi nieto, todos en grupo de WhatsApp seguíamos el curso del viaje, contentos porque pronto tendríamos de regreso a nuestro muchacho para que nos contara su experiencia.  No tengo ninguna duda de que compartir nuestras vivencias diarias, apoyarnos entre todos, alegrarnos por las pequeñas cosas, enaltecer las mayores es la mejor forma de vivir en familia y la paz que llega cuando vemos que todo salió bien es el premio por mantener la unión. # Gracias por tu amable lectura. Mi contenido es original. Imágenes propias. He utilizado el traductor de Google.