Poder tener la facultad de revisar nuestro desempeño en las relaciones interpersonales es algo complicado; generalmente, son otros los que nos hacen ver esos detalles que pueden ser incómodos o no.
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Solía ser muy irónica y son varias las ocasiones donde me lo han hecho notar; no estoy muy segura de si lo dejé del todo, porque muy dentro de mí me gustaba esa agudeza para responder con alguna salida mía, pero sé que es algo incómodo para quien entiende el trasfondo y no sabe qué responder o quien simplemente se queda buscando a ver qué fue lo que le quise decir.
Pese a eso, he cosechado las mejores amistades, algunas con varios años de antigüedad.
Creo que el detalle que más me ha costado eliminar es cierta quisquillosidad que me ha acompañado desde hace mucho tiempo. En el trabajo me gané el mote de "fosforito" por esa tendencia a reaccionar de inmediato que aún tengo cuando algo me choca, ofende, molesta, irrita, fastidia o incomoda. No me puedo quedar callada; de una vez doy mi opinión, que no siempre gusta.
En el trabajo, en las reuniones, una subdirectora solía aclarar: "De lo que voy a decir espero que Rosario no se lo tome a pecho"; incluso me pedía no intervenir porque yo, como "abogado del diablo", le tumbaba su discurso, y es que siempre me ha molestado que se hagan amonestaciones generales. A los directivos en general les cuesta poner el dedo en la llaga y, para quedar bien con todo el mundo (menos conmigo), generalizan y que cada uno tome para sí lo que les toca, si quieren y pueden.
Esa mano de seda que quiero para mí es muy incómoda realmente y lo reconozco; sé que debo bajarle dos a ese detalle que se vuelve pesado en la relación con alguna gente en particular, quizá porque tienen también sus toques de tiquismiquis y yo les hago ver la pata floja de la mesa.
"¿Por qué te molestas si ya sabes cómo es? Es una pregunta que me repiten mis hijas en situaciones puntuales.
Yo recuerdo que a mi mamá solía reclamarle el porqué había dicho algo mío a alguna persona; me avergonzaba, y me volvía insistente porque quería la respuesta. Mi madre tenía mucha paciencia y yo demandaba mucho su atención con mis reglas.Es un detalle, y el que pueda verlo no me exime de culpa, simplemente me hace conocerme más.
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No estoy segura de querer dejar esa característica tan mía que no me hará tener mejores relaciones con la gente, pero poder verla me hace reconocer ese terreno minado en otros que son como yo, además de que este es un detalle que se suma con otros y otros, porque en la complejidad está el gusto.
Esta es mi participación en esta [iniciativa](https://ecency.com/hive-164923/@iriswrite/escuchar-es-un-arte-iniciativa) de @iriswrite que me parece extraordinaria para poner una mirada en uno mismo. Invito a @santamorillo y @lilianajimenez.
# Gracias por tu amable lectura.
Mi contenido es original.
He utilizado el traductor de Google.
Imágenes propias editadas en Canva.
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English Version
Having the ability to review our performance in interpersonal relationships is complicated; generally, it's others who point out those details that may or may not be uncomfortable.
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I used to be very sarcastic, and it's happened to me on several occasions; I'm not entirely sure if I've completely stopped, because deep down I liked that sharp wit, the ability to respond with a witty remark, but I know it's uncomfortable for those who understand the underlying message and don't know how to respond, or who are simply left wondering what I meant.
Despite that, I've cultivated some of the best friendships, some of which have lasted for years.
I think the hardest thing for me to shake is a certain touchiness that's been with me for a long time. At work, I earned the nickname "hothead" because of this tendency to react immediately, which I still have when something shocks, offends, bothers, irritates, annoys, or makes me uncomfortable. I can't stay silent; I immediately give my opinion, which isn't always well-received.
At work, in meetings, a deputy director used to clarify: "I hope Rosario doesn't take what I'm about to say personally." She would even ask me not to intervene because, like a devil's advocate, I would undermine her argument. It's always bothered me when people make sweeping generalizations. Managers, in general, find it hard to address the root of the problem, and to please everyone (except me), they generalize and leave it up to each person to take what applies to them, if they want and can.
That gentle touch I crave is actually quite uncomfortable, and I admit it. I know I need to tone down that detail, as it becomes a burden in my relationships with certain people, perhaps because they also have their own touchy tendencies, and I point out their flaws.
"Why are you upset if you already know how it is?" It's a question my daughters often ask me in specific situations.
I remember that I used to confront my mother about why she had said something about me to someone; I was embarrassed, and I would become insistent because I wanted the answer. My mother was very patient, and I demanded a lot of her attention with my rules. It's a small detail, and the fact that I can see it doesn't absolve me of guilt; it simply makes me know myself better.
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I'm not sure I want to give up this characteristic of mine that won't help me have better relationships with people, but being able to see it makes me recognize this minefield in others who are like me. Besides, this is one detail that adds up to many others, because complexity is key. The pleasure.
This is my contribution to this initiative by @iriswrite, which I find extraordinary for reflecting on oneself. I invite @santamorillo and @lilianajimenez.
# Thank you for your kind reading.
My content is original.
I have used Google Translate.
Images are my own, edited in Canva.
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