A veces nos enfocamos tanto en hacer las cosas perfectas,en cumplir metas grandes, en lograr lo que otros esperan de nosotros, que se nos olvida algo importante: celebrar nuestros pequeños logros. No hablo de grandes fiestas, ni reconocimientos en público, hablo de ese momento que es íntimo para nosotros. Donde nos detenemos por un momento y respiramos y nos decimos “lo hice me lo merezco y estoy orgullosa de mí .”
Quiero compartir una experiencia, que me hizo entender esto de una forma muy bonita. Empezó en un concurso y participé en una actividad especial, me esforcé bastante, aunque al principio pensé que era algo simple, pero gané, y me premiaron. Y aunque no fue un evento enorme, fue mi logro, y eso ya lo hacía valioso.
Como parte del reconocimiento nos llevaron al Ávila. Tenía mucho tiempo sin visitarlo. Y ese día fue diferente, el clima estaba frío, y la energía era muy especial, estaba rodeado de mis compañeros y profesores, por la cual fue un momento que me hizo reflexionar profundamente.
Me di cuenta de lo importante que es premiarnos, darnos un espacio para reconocer lo que hemos hecho bien. Porque incluso cuando pensamos que nuestras metas son pequeñas, son logros reales y esos logros por más sencillos que parezcan merecen ser celebrados.
Ese día en el Ávila, fue como un regalo emocional, me sentí alegre, contenta y agradecida. No solo por el paseo, sino por lo que significaba, era una pausa para reconocerme.
La pasé muy bien con mis amigos, reímos, compartimos. El paisaje era maravilloso un ambiente de calma y tranquilidad, pero también lo bonito que es compartirlo con tus amigos.
Vivimos en una cultura,ñ que nos empuja a ser más, tener más logros. Más nos enseñan a mirar nuestra falla, nuestras imperfecciones, lo que te “falta.” Pero pocas veces nos enseñan a detenernos un momento y mirar lo que ya hicimos, lo que sí hemos logrado, lo que sí somos. Y aunque no lo parezca, eso tiene un impacto enorme, porque cuando celebramos nuestros avance, aunque sean pequeños, algo dentro de nosotros se fortalece y empezamos a tener más motivación y confianza.
Desde entonces, trato de aplicar esa idea en mi vida cuando logro algo, por más sencillo que sea me doy un momento para celebrarlo, puede ser un helado, una comida o una conversación bonita, o un simple gesto de decirte un cumplido y eso cambia todo, porque deja de importar si fue perfecto o si otros lo reconocen. Lo importante es reconocer y premiar nuestros logros, ya que con el simple hecho de intentarlo, ya es importante.
Así que hoy quiero compartir esto con ustedes, porque quizás alguien también ha logrado cosas, que no ha celebrado. Tal vez me venciste un miedo, completaste una tarea difícil, ayudaste a alguien o simplemente seguiste adelante cuando todo parecía cuesta arriba, y eso también cuenta, eso también merece ser celebrado.
No esperes que todo sea perfecto, no esperes a tener el aplauso de todos, celebra lo que ya eres, lo que ya realizaste y lo que ya estás construyendo para tu vida. Porque en ese cada pequeño logro, hay una semilla de grandeza y cuando la celebras esa semilla crece.