¡Hola a todos los amigos de #holos-lotus! Hay cuestiones tan viejas como la humanidad y que sin dudas permanecerán relvantes mientras existan más de dos seres humanos en el universo. Uno de esos dilemas éticos candentes es el que nos propone @maylink desde su columna como tema para la reflexión y el crecimiemto espiritual.
Imagen tomada de Pixabay.
El consenso de una sociedad determinada se erige en regla ética y muchas veces en regla jurídica. Por ejemplo:
1️⃣ - Robar "está mal" (percepción consensual dentro de una sociedad).
2️⃣ - Luego "no robarás" (consenso transformado en regla ética).
3️⃣ - Las leyes de los países que habitamos incluyen la mayoría de las veces todo un cuerpo legal referente a las sanciones que nos esperan en caso de que robemos (la regla ética se transforma en regla jurídica).
Espero me perdonen la banalidad del ejemplo, pero fue necesario para introducir ahora la idea de la evolución de las reglas... y las excepciones (porque toda regla que se respete tiene excepciones).
Las reglas evolucionan y eso no es nuevo, pensemos en el ojo por ojo. En las sociedades antiguas la venganza era muchas veces un deber moral e incluso cívico, era en fin de cuentas aceptable y ampliamente aceptada. Pero a medida que se desarrollan los pueblos, con frecuencia el concepto de venganza deja de ser válido y es sustituido por el de justicia, siempre en manos de algún cuerpo legal-jurídico bien diferenciado de la respondabilidad personal.
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En materia de excepciones podríamos pensar que "ladrón que roba a a ladrón tiene mil años de perdón", una excepción ética que sin embargo no tiene equivalente jurídico. Hay sin embargo otra excepción importante: ¿y si nadie me ve? ¿Es que en ese caso estamos limpios de polvo y paja, libres de responsabilidad? Como todos sabemos, en cuestiones de justicia si no hay pruebas no hay crimen, en este caso el problema regresa al campo de la ética: ¿soy libre de toda regla en tanto nadie me vea o tenga pruebas contra mí?
La rectitud, por su parte, se entiende como la adherencia a determinados códigos (éticos, morales, judiciales, políticos, etc.) con total independencia del contexto. El ser humano recto ha de serlo en toda circunstancia, en todo momento, en todo fuero. Hasta aquí todo parece simple, bien cortado, casi geométrico incluso... pero como todos sabemos por experiencia, rara vez la vida real es rectilínea o puede analizarse pensando "en blanco y negro".
Se me ocurre un escenario en el que la "rectitud" dependerá directamente del ojo que mire: cuando los valores que asumimos como propios no coinciden con aquellos de la sociedad en que vivimos. En ese caso: ¿qué priorizar, la rectitud como la entendemos o como la entienden otros? ¿Mantenemos una actitud coherente en los espacios públicos y privados por igual? ¿O nos desdoblamos en dos o más comportamientos según convenga?
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Lejos de mí pasar jucio sobre los demás, no soy ni quiero ser juez de la vida de nadie. Pero al mismo tiempo, me reservo el derecho a formarme una opinión de la acción propia y de la ajena: ¿que sería de mí si renunciara a ejercer el raciocinio? La respuesta la tomo prestada de la canción "La maza", del cantautor cubano Silvio Rodríguez Domínguez:
¿Qué cosa fuera? ¿Qué cosa fuera la maza sin cantera? Un amasijo hecho de cuerdas y tendones Un revoltijo de carne con madera Un instrumento sin mejores resplandores Que lucecitas montadas para escena
¿Qué cosa fuera, corazón, qué cosa fuera? ¿Qué cosa fuera la maza sin cantera? Un testaferro del traidor de los aplausos Un servidor de pasado en copa nueva Un eternizador de dioses del ocaso Júbilo hervido con trapo y lentejuela
Este fragmento de la letra fue tomado de Musixmatch, donde podrán hallar el texto completo.
¿Pero y entonces? ¿Qué hacer? Creo que la respuesta debe ser personal. No aspiro a reglas áureas, divinas e inmutables: debemos tener siempre una brújula ética sobre nuestras acciones, pero serán los baches del camino los que tengan la última palabra.
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Mis valores difieren en muchos aspectos de aquellos que la sociedad en que vivo reconoce "en el papel", pero también de los que en realidad practica. Trato de ser tan coherente como las circunstancias me lo permiten, pero reconozco sin complejos que no siempre lo logro. Hay aspectos sobre los que soy discreto y otros sobre los que me reconozco secretivo.
Esto no significa que me vea como alguien que puede pisotear las reglas a conveniencia, pero sí admito libremente que muchas veces elijo conformarme a mis propios valores por encima de los valores sociales. También admito que eso me conduce a una cierta duplicidad, pues no siempre soy libre de admitir la diferencia entre una y otra cosa. Así que para responder a la pregunta ¿qué tan recto eres cuando nadie te vé? diré sin desparpajo que eso depende.
Hello to all the friends of #holos-lotus! There are issues as old as humanity itself that will undoubtedly remain relevant as long as more than two human beings exist in the universe. One of these burning ethical dilemmas is the one proposed by @maylink in her column as a topic for reflection and spiritual growth.
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The consensus of a given society solidifies into ethical rules, which often become legal norms. For example:
1️⃣ - Stealing is "wrong" (a consensual perception within society).
2️⃣ - Then comes "thou shalt not steal" (consensus transformed into an ethical rule).
3️⃣ - The laws of the countries we live in usually include an entire legal framework regarding the penalties we face if we steal (the ethical rule becomes a legal one).
I hope you’ll forgive the banality of this example, but it was necessary to introduce the idea of the evolution of rules... and their exceptions (because every respectable rule has exceptions).
Rules evolve, and this is nothing new, just think of an eye for an eye. In ancient societies, vengeance was often a moral and even civic duty; it was, in short, acceptable and widely embraced. But as societies develop, the concept of vengeance often loses validity and is replaced by justice, always entrusted to a well-defined legal body separate from personal responsibility.
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When it comes to exceptions, we might consider the saying "a thief who steals from a thief is forgiven for a thousand years", an ethical exception that, however, has no legal equivalent. Yet there’s another important exception: What if no one sees me? Does that mean we’re free of guilt, absolved of responsibility? As we all know, in matters of justice, no evidence means no crime. In this case, the problem returns to the realm of ethics: Am I free from all rules as long as no one sees me or has proof against me?
Righteousness, on the other hand, is understood as adherence to certain codes (ethical, moral, judicial, political, etc.) regardless of context. A righteous human being must be so in all circumstances, at all times, in every sphere. So far, everything seems simple, clear-cut, almost geometric... but as we all know from experience, real life is rarely linear or analyzable in "black and white."
I can imagine a scenario where "righteousness" depends entirely on the eye of the beholder: when the values we hold as our own do not align with those of the society we live in. In that case, what do we prioritize: righ as we understand it or as others do? Do we maintain a consistent attitude in both public and private spaces? Or do we split into two or more behaviors as needed?
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Far be it from me to judge others, I am not, nor do I wish to be, a judge of anyone’s life. But at the same time, I reserve the right to form an opinion about my own actions and those of others: What would become of me if I renounced reason? I’ll borrow the answer from the song "La Maza" (The Mace) by Cuban singer andsongwriter Silvio Rodríguez Domínguez:
What would it be? What would the mallet be without the quarry? A tangle of strings and tendons, A jumble of flesh and wood, An instrument with no greater brilliance Than little lights mounted for the stage.
What would it be, my heart, what would it be? What would the mallet be without the quarry? A pawn of the traitorous applause, A servant of the past in a new cup, A perpetuator of sunset gods, Boiled joy with rags and sequins.
This excerpt is taken from Musixmatch, where you can find the full lyrics.
So then, what to do? I believe the answer must be personal. I don’t aspire to golden, divine, or immutable rules: we must always have an ethical compass for our actions, but it’s the bumps along the road that will have the final say.
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My values differ in many ways from those my society acknowledges "on paper," and also from those it actually practices. I try to be as consistent as circumstances allow, but I openly admit I don’t always succeed. There are aspects where I’m discreet and others where I recognize myself as secretive.
This doesn’t mean I see myself as someone who tramples rules at will, but I'll freely admit that I often choose to align with my own values over societal ones. I also admit this leads me to a certain duality, since I’m not always free to acknowledge the difference between the two. So, to answer the question How righteous are you when no one’s watching?, I’ll say unabashedly: It depends.
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