¡Hello #HiveBookClub! Today I want to discuss a poetry book I've been reading over the last few days, one that very naturally draws from popular roots as well as from the academic systematization of verse. Por décima (e)vocación (By tenth (e)vocation), by Ricardo Riverón Rojas, proudly flies the flag of a décima that fluently fluctuates between various meters and lyrical registers.
This is a book that accompanied me for several weeks in my work backpack, and I read it in my spare moments.
The book is fundamentally a collection of décimas that compiles the author's life's work concerning this stanza, leaving out (in his own words) those unruly daughters of humorous orality.This is a decision I partly understand, as it refers to décimas composed collectively with the other members of the Club del Poste (The Fence Post Club), which according to the author could number in the thousands. Having said that, these circumstances only fuel my interest in reading about such capricious young ladies; I hope a publication rescues them from oblivion sooner rather than later.
The transition from external to internal landscapes impressed me positively.
Another of the author's decisions that leaves me with a somewhat ambiguous aftertaste is that the works are organized in reverse chronological order. That is, we begin by reading his most recent compositions and advance towards the oldest ones. I understand that the poet feels more identified with his most recent writings and takes for granted that he has outgrown his early verses, but this robs us, the readers, of the discovery of his progression as a poet.
Instead, we are trapped in a regression that is not without its appeal, but which for some readers could be a bit demotivating. This inverse intellectual crescendo is bound to work well with some audiences and simply not work at all with others, but well, I can't deny its originality. We could start reading from back to front... but the truth is, by the time the idea occurs to us, we're already more than halfway through the book.
Look at the handling of internal assonances and tell me in the comments what you think about it.
Riverón Rojas demonstrates a very interesting thematic breadth that moves from the everyday to the universal. Landscapes, childhood, sweet or bitter loves, old age, material limitations, family, life in the provinces, nothing escapes his pen, which makes the journey a memorable experience. With enviable fluency, he overcomes the obstacle of clichés by contributing his own vision of things and often even a definition. For him, it's not so much about looking far or looking near, but about truly feeling what one sees.
Don't be fooled by appearances; as a compilation of poems, it's a relatively extensive book.
Another aspect where I found fluency and mastery was in the formal elements, for although the author shows a marked preference for octosyllabic and hendecasyllabic décimas, he does not scorn other meters. In some cases, he breaks the visuality of the stanza by dividing or staggering lines, which the reader must then reconstruct by following the rhyme or enjoy in their new visual form by following the meaning.
This staggering of verses is uncommon in the collection, but its inclusion sends a very clear message.
He handles the décima espinela, the décima with enjambment, and also the décima romanceada (a romance organized in stanzas of ten verses) with ease. I discovered this last type in the book we are discussing today, and although at first I found it a bit jarring (since I was unconsciously looking for the rhyme scheme of the décima espinela), after overcoming my initial prejudice, I came to appreciate it. Including all his explorations and variations was a wise decision that avoids yielding to the altar of purism, while granting space for evolution and renewal.
There was one aspect that made me laugh and thoroughly enjoy Riverón Rojas's work: he is not afraid of assonance; rather, he shamelessly and unabashedly relies on it. I think at some point, like the novice decimista that I am, I yielded to the widespread prejudice against internal assonance in the décima without learning to glide over it like a child on a skateboard. The author even shows a strong tendency to begin one of the two verses of any given couplet in the décima with a word that openly and intentionally rhymes with the couplet.
The décima romanceada was a discovery for me, although it seems to be quite old.
All beginners in versification have gone through that bitter moment when, upon presenting our verses, some authority figure wrinkles their nose and points out the "blemishes" in the form of assonance. Perhaps Riverón Rojas is now laughing (from experience and mastery) at those situations, or perhaps, driven by musicality, he seeks to further build that feeling of sonic roundness where the décima nests. In any case, I have learned my lesson: assonance is music if it adds, and a blemish if it detracts.
Riverón Rojas displays a simple language that, with great precision, reinforces the power of the message.
This leads us to another aspect I greatly enjoyed about this title: its pedagogical value, as it lays out before our eyes the temporal and conceptual journey of a poet who renounces none of the tools at his disposal. If we want to study his poetic path, we read the book starting from the end, and if we seek to delight in the most accomplished part of his production, we read it in the intended order. In any case, it is a read I recommend to anyone who aspires to cultivate a stanza with so much tradition in Cuba and the Spanish-speaking world in general.
¡Hola #HiveBookClub! Hoy quiero conversar sobre un libro de poesía que estuve leyendo durante los últimos días, uno que bebe con mucha naturalidad de las raíces populares y también de la sistematización académica del verso. Por décima (e)vocación, de Ricardo Riverón Rojas enarbola como bandera una décima que fluctúa con naturalidad entre varias métricas y registros líricos.
Es un libro que me acompañó por varias semanas en mi mochila de trabajo y que leí en los ratos libres.
El libro es fundamentalmente un decimario que recopila la obra de la vida del autor en lo que a esta estrofa se refiere, dejando fuera (en sus propias palabras) aquellas hijas díscolas de la oralidad humorística. Esta es una decisión que entiendo en parte, pues se trata de décimas compuestas en colectivo con los restantes miembros del Club del Poste y que según el autor podrían sumar miles. Habiendo dicho esto, sucede que esas circunstancias solo atizan mi interés por leer a tan veleidosas señoritas, ojalá más pronto que tarde una publicación las rescate a tiempo del olvido.
La transición del paisajismo externo al interno me impresionó de forma positiva.
Otra de las decisiones del autor que me dejan un regusto un poco ambiguo, es que las obras están organizadas en orden cronológicamente inverso. Es decir, comenzamos leyendo sus composiciones más recientes y avanzamos hacia las más antiguas. Entiendo que el poeta se sienta más identificado con sus escritos más recientes y que dé por sentada la superación de los primeros versos, pero esto nos roba a nosotros los lectores el descubrimiento de su progresión como poeta.
Más bien estamos atrapados en una regresión que no carece de atractivo, pero que para algunos lectores pudiera ser un tanto desmotivadora. Este crescendo intelectual inverso está condenado a funcionar bien con algunos públicos y a simplemente no funcionar del todo con otros, pero bueno la originalidad no se la puedo negar. Podemos empezar a leer desde atrás hacia adelante... pero la verdad es que para cuando la idea se nos ocurre ya vamos por más de medio libro.
Fíjense en el manejo de las asonancias internas y díganme en comentarios que piensan al respecto.
Riverón Rojas demuestra una amplitud temática muy interesante que parte de lo cotidiano hacia lo universal. El paisaje, la niñez, los amores dulces o amargos, la vejez, las limitaciones materiales, la familia, la vida de provincia, nada escapa a su pluma que hace del recorrido una experiencia memorable. Con una fluidez envidiable salva el obstáculo de los lugares comunes al aportar su visión de las cosas y con frecuencia incluso una definición. Para él no se trata tanto de mirar lejos o mirar cerca, como de realmente sentir lo que se ve.
No se dejen engañar por las apariencias, en tanto recopilación de poemarios es un libro relativamente extenso.
Otro aspecto donde hallé fluidez y maestría fue en los aspectos formales, pues aunque el autor muestra una marcada preferencia por las décimas octosílabas y endecasílabas, no desprecia otras métricas. En algunos casos rompe la visualidad de la estrofa al dividir o escalonar versos que luego el lector deberá reconstruir siguiendo la rima o disfrutar en su nueva visualidad siguiendo el sentido.
Este escalonamiento de versos es poco común en la recopilación, pero su inclusión es un mensaje bien claro.
Maneja con soltura la décima espinela, la décima de verso encabalgado y también la décima romanceada (un romance organizado en estrofas de diez versos). Esta última especie la descubrí en el libro que nos ocupa hoy, y aunque al principio me resultó un poco chocante (pues inconscientemente buscaba el esquema de rima de la décima espinela) luego de superar el prejuicio inicial llegué a apreciarla. El incluir todas sus búsquedas y variaciones fue una decisión sabia que evita ceder ante el altar los purismos, a la vez que concede un espacio para la evolución y la renovación.
Hubo un aspecto que me hizo reír y gozar de lo lindo con la obra de Riverón Rojas y es que no teme a las asonancias, más bien se apoya con descaro y sin recato en ellas. Creo que en algún momento, como el decimista novato que soy, cedí ante el prejuicio generalizado contra las asonancias internas en la décima sin aprender a deslizarme sobre ellas como niño en patineta. El autor incluso manifiesta una tendencia muy fuerte a empezar uno de los dos versos de un pareado cualquiera de la décima con una palabra que rima con el pareado de forma abierta e intencional.
La décima romanceada fue un descubrimiento para mí, aunque la verdad parece ser bastante vieja.
Todos los principiantes de la versificación hemos pasado por ese momento amargo en que al presentar nuestros versos, alguna figura de autoridad arruga la nariz y señala las "suciedades" en forma de asonancias. Puede que Riverón Rojas se burle ahora (desde la experiencia y la maestría) de esas situaciones, o puede que llevado por la musicalidad busque construir aún más esa sensación de redondez sonora en que anida la décima. En cualquier caso me doy por escarmentado: la asonancia es música si aporta y suciedad si resta.
Riverón Rojas hace gala de un lenguaje sencillo que con mucha precisión refuerza la contundencia del mensaje
Esto nos lleva a otro aspecto que disfruté mucho del título y es su valor pedagógico, pues nos despliega ante los ojos el recorrido temporal y conceptual de un poeta que no renuncia a ninguna de las herramientas a su alcance. Si queremos estudiar su camino poético leemos el libro comenzando por el fin, y si buscamos deleitarnos en lo más logrado de su producción lo leemos al derecho. En cualquier caso es una lectura que recomiendo a todo el que aspire a cultivar una estrofa con tanta tradición en Cuba y el mundo hispanohablante en general.
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