Vías que recorren un camino establecido, uno que no sabes cuando llegara a parar; mirando por una ventanilla de olvido, veo paisajes pasar y cambiar.
Veo montañas invernales cubiertas de nieve,
¡trac!, ¡trac!, ¡trac!
árboles otoñales de hojas marchitas,
¡trac!, ¡trac!, ¡trac!
un cálido sol veraniego que te miente,
¡trac!, ¡trac!, ¡trac!
flores primaverales prontas a ser marchitas,
y el sonido incesante de las vías
¡trac!, ¡trac!, ¡trac!
recordándome que solo soy un espectador nada más.
Dejo atrás estaciones de momentos, ¡trac!, ¡trac!, ¡trac! amigos que se bajan y no vuelven ha abordar, ¡trac!, ¡trac!, ¡trac! estaciones de dicha, viajes y consuelos, ¡trac!, ¡trac!, ¡trac! condenado a viajar solo y verlas pasar y ese maldito sonido de las vías ¡trac!, ¡trac!, ¡trac! recordándome que solo me siento a observar.
Pero en ésta locomotora de la existencia sin maquinista, conductor ni frenos espero a la muerte para que selle mi boleto y me diga en cual estación cumplir mi sentencia. Aunque de este tren ya no soy un pasajero, hace muchas paradas que decidí desembarcar; espero otro en el anden, pero ya es tarde y ya no viene ningún otro...
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