Saludos, blogueros y escritores. Hoy les voy a contar un relato, inspirado en las madres.
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“La vida transcurría muy deprisa, parecían minutos los días y las horas, segundos. Catherine había viajado a otra ciudad por trabajo, y casi olvidó lo que era estar entre calles silenciosas, limpias y llenas de árboles. Rodeada de asfalto, bocinas y voces.
Con el inconfundible olor a monóxido de los carros, que le impregnaba cada parte de su piel y opacaba al perfume que rociaba cada mañana. El agotamiento que generaba la capital era distinto, al de alguien que trabaja en una ciudad pequeña o un pueblo.
Recordó como anhelo ese trabajo, y el vivir en la gran ciudad. Después de varios años recorriendo esas calles, usando metro, sintió una profunda nostalgia y anhelo por aquellas montañas, ríos y olor a tierra.
Se detuvo en una panadería a tomar un guayoyo (café negro suave), y acompañar con una porción de torta. Cuando colocaron una música que le recordó a una persona en específico, a la mujer que le limpió las heridas de la rodilla, le cantó “sana sana colita de rana, sino sana hoy, sanará mañana” y mágicamente no dolía tanto.
De repente, se le llenaron los ojos de lágrimas, y le dieron ganas de correr a los brazos de la mujer, que le decía “mami, princesa, mi niña, mi cielo o mi corazón”. Y que le cantara una simple canción, para calmar a la niña interior que está agotada.
A ese primer hogar de todo ser humano, el interior de una madre. Catherine solo ansiaba abrazar a su mamá, pero la distancia lo hacía casi imposible, pero hizo algo que si estaba entre sus posibles: llamar a su mamá.
–Hola, mami –saludó apenas le contestó.
Ver el rostro de su madre, le sacó una sonrisa, ver ese cabello canoso, con pocos cabellos negros, arrugas en sus cachetes, pero sus ojos aun brillosos y felices.
–Mi niña, ¿cómo estás? –su voz calmó su corazón.
Se sintió una niña otra vez y al ver el amor en esos ojos y la dulzura en la voz, se sintió como en casa. De vuelta a su primer y único hogar. Porque el hogar no es un lugar, son las personas. Y el hogar más seguro es mamá”.
Espero que les haya gustado este relato, corto e inspirado en mamá. En honor a las madres, que son seguridad, amor y calidez. Porque mi hogar siempre será mi mamá, incluso cuando no esté más, pensar en ella, recordarla, será ese hogar donde podré refugiarme. ¿Ustedes que opinan? ¿Sus mamás son sus hogares? ¿A quién más consideran su hogar? ¿Esposo, esposa, hijos, hermanos, abuelos? Los leo.