Cada quien tiene un ritual al levantarse, el mío es simple, mirar al cielo. El cielo es mi punto de partida, aun cuando es invierno y el sol suele dormir un poco más, los luceros adornan este manto prendado de luna, como un ojo mágico que nos antecede el zenit.
Quise develar estas fotografías de ocasos en blanco y negro para generar una sensación solitaria, esa que nos envuelve seguramente en muchas horas del día. A mí me invade en carretera, cuando viajo, cuando veo caer el sol, bien sea en mi ciudad o simplemente viajando a cualquier punto cardinal de Venezuela.
El cielo suele trazarse lineas que nos marcan un camino. Mientras ha sido conquistado en parte por la humanidad, según la fe de muchas religiones y culturas, también marca una sociedad de hombres y mujeres viviendo desde la eternidad.
Seguramente el celeste lo inventó en el cielo, pero también los grises y las lineas geográficas, como las lineas terrestres de Nazca en Perú... la única ventaja entre la posible creación extraterrestre en suelo inca, los cielos viven surcados de trazos, por el dedo de Dios.
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Mario Pérez Chacín | Canon Rebel EOS T5i |