Mi informe de Actifit: agosto 28 2025

Saludos, amigos de Actifict y Hive, espero que todos estén muy bien. Hoy quiero compartirles un poco de lo que fue mi entrenamiento de ayer, una sesión que me dejó con buenas sensaciones y, sobre todo, con esa satisfacción que solo se consigue cuando uno se entrega de lleno a la práctica de la calistenia. La jornada empezó un poco tranquila, sin mucha prisa pero con la motivación alta. Tenía ganas de enfocarme en algunos de mis movimientos favoritos, así que decidí trabajar en Handstand, un ejercicio que siempre me reta y que disfruto muchísimo. Estuve probando diferentes entradas y formas de mantener el equilibrio, jugando con el control del cuerpo y esa sensación de estar suspendido en el aire. Cada intento, cada ajuste, me recordaba lo mucho que he avanzado desde que comencé y lo importante que es la constancia en este camino. Después de eso me animé con el Back Lever, un movimiento exigente que pone a prueba tanto la fuerza como la técnica. No fue fácil, lo admito, pero cada segundo colgado en esa posición me hizo sentir que voy ganando más resistencia y confianza. Es de esos ejercicios que te recuerdan que en la calistenia no hay atajos: se necesita disciplina, paciencia y la disposición de fallar una y otra vez hasta que el cuerpo y la mente aprenden a trabajar en armonía. Por supuesto, no podían faltar los ejercicios básicos, esos que parecen simples pero que son la base de todo. Hice dominadas, fondos y algunas flexiones, enfocándome en la técnica y en mantener un buen ritmo. Aunque a veces uno quiere concentrarse solo en los trucos más llamativos, siempre vuelvo a lo esencial, porque ahí está el verdadero progreso. Los básicos son como el cimiento de una casa: si están firmes, todo lo demás se construye con solidez. Lo que más me gustó del entrenamiento de ayer fue la sensación de equilibrio entre disfrute y esfuerzo. No fue una rutina planeada al detalle, sino más bien un espacio para escuchar a mi cuerpo y darle lo que pedía. Entre sudor, concentración y un par de risas mientras fallaba algún intento de handstand, terminé agotado pero feliz, con la mente despejada y la motivación renovada. La calistenia tiene eso: no importa si el día fue pesado o si los planes cambiaron, siempre encuentras en ella un momento de conexión contigo mismo. Ayer fue uno de esos días en los que entendí que cada entrenamiento suma, aunque no sea perfecto. Y al final, eso es lo que me impulsa a seguir entrenando, mejorando y compartiendo con ustedes cada paso en este camino. ¡Un gran saludo, amigos, y que la disciplina nos siga guiando hacia nuevas metas!

Calistenia, Caminar, Campo de entrenamiento