
Foto cortesía de Dainier Silva para el autor
Sí. He llegado hasta aquí sobre el vértigo de tantos y tantos días. Permanezco atado a la escritura y, ya casi casi visito a los amigos en Literatos. Hora de leer y disfrutar y valorar en lo que, de escritor a escritor es una alianza sin fórceps, con vocación de lealtad. Pero ahora me interrumpe este
OFICIO DE VAGABUNDO (XIV)
Estoy aquí, cómodamente echado. Los ciclones se van pero la melancolía sigue y yo no sé nada de metáforas ni epítetos. Sólo me da lo mismo ver cómo las hojas de los árboles sufren de una implacable eternidad que duele, sólo me da lo mismo la parálisis de ninguna parálisis en la aquiescencia de mamá si evoca su carbón apagado, su café, su enfermo dolor que no mitigan mis lágrimas de estreno en esta noche.
Estoy aquí, cómodamente echado sobre el estiércol de unos minutos tristes pero me da igual la furia de estos vientos con preguntas inútiles, con los despojos de lo que ayer soñé y hoy es difunto. Pero me da lo mismo verme echado como animal de elegante boca abierta, como si no pasara nada por mi piel, por mis huesos, por mis vísceras, por mi sangre, mi orgullo, mi cansancio.
Sólo un individuo que está solo, encima de la creación que en nada cree. Otro golpe del tiempo, otra dentellada en falso, otro sonido que me asuste el vértice, la punta de este humo que ahora ciega mis átomos y el fin será inminente, sin avisar que los inviernos fueron excusa, podredumbre y esperanza.