
Andar con un poema a cuestas, sentir su peso en significados múltiples y soltar el lastre poético, una vez más, en Literatos. En este nuevo abrazo --para los amigos que están y los que estarán-- hay un oficio, el
OFICIO DE VAGABUNDO (XII)
Me he quedado dormido y he soñado. O el sueño me ha soñado mientras sucede la vida, mientras el ruido, con más ruidos sobre él levanta otros perdones para nadie.
Yo tuve un hogar, un perro, un pozo estéril, una ilusión colgada de una sábana. Yo sé que amanecer es un capítulo, el más corto en el libro de mis furias.
Sé que mi mano es mano temblorosa, que en otras manos iba, estaba y no, no me arrepiento de las horas muertas.
Ya no hay dolor erguido y momentáneo. Los pedazos de cielo, aquí, en mi isla, reflejan el orine de un beodo.
Después de no hacer nada: ¿qué me espera? El fragmento, lo insólito, mi respiración, la noche.
Tal vez fui en otra vida lo que ahora sueño aquí, entre periódicos, dormido.