* Cada día trae su afán y cada poema su catarsis. Y lo que ha movido (y mueve) mi mano para acceder a la escritura poética es de mucha facultad y mucho sentido. La adversidad por encima de lo dichoso es corona de espinas para el poema que debe germinar y germina. Por la voluntad de manifestarme publico. Es como el último discurso del escriba. Aquí el inicio. Aquí su primer discurso:
Más nada pediré. Ni a los amigos de noble corazón. El verdadero apocalipsis llega. En el sendero una herida, otra herida. Los castigos siguen detrás y al lado. Hay enemigos por todas partes. Mi país se araña. Hay tizne en la virtud y me regaña este o el otro. Déjenme cerrar el poema. ¿No debo regresar? Una lírica sombra me acompaña.