¡Modérate!
Siempre en cada oportunidad piden moderación ante todo, y es la realidad, de una virtud que ha tenido una carga de valores trascendentales, yendo desde los filósofos, los líderes y hasta los pensadores, todos han tenido que hacer uso de la moderación y el autocontrol de su conducta, emociones e incluso deseos, está cualidad tan extraña, permite que nosotros los individuos actuemos con equilibrio y reflexión, evitando excesos que puedan llevar a consecuencias negativas, por ende hay que tener templanza.
La templanza se manifiesta todos los días de nuestra vida, la podemos ver como la capacidad que poseemos para resistir los impulsos y deseos inmediatos, ejemplo vivido, todos hemos tenido que pasar o hacer una dieta para poder bajar de peso por cuestiones de salud o estética, abandonando azúcar, harinas y todos los carbohidratos, ante esto, hay momentos en los que no podemos con la dieta y nos da por irnos a comer una hamburguesa, cuando estamos a punto de romper la dieta la templanza nos enseña y a veces nos ayuda a reflexionar, hay que pensar antes de actuar, esto nos ayuda a evaluar las consecuencias de las decisiones que tomamos en nuestro camino, y para caminar está vida debemos tener #paciencia, saber esperar y tolerar las frustraciones sin perder el control, cuando tenemos todo bien calculado comprendemos que somos responsables de nuestras emociones y de cómo tratamos a los demás, pero no somos responsables de como los demás dejan fluir su ser.
La templanza ayuda muchísimo a gestionar las emociones, a veces o casi siempre nos invade la ira, es de sabios entender que en vez de dejarla fluir y explotar contra todo y todos, optemos por responder con calma y siendo considerables, es decir, está virtud es como el freno de cualquier medio de transporte, porque hace que nos detengamos justo cuando nuestro comportamiento se puede volver autodestructivo.
La templanza está en todo lo que nos rodea, aunque a veces pasa desapercibida, se hace presente en nuestra vida laboral, cuando preferimos tomarnos un descanso para respirar y reflexionar antes de dejarnos llevar por el estrés y la frustración; en el hogar, la templanza nos permite manejar conflictos con los familiares, haciendo uso de la paciencia y la comprensión, no solo evitamos malos momentos, sino que aseguramos un lugar tranquilo y amoroso, nos tomamos el tiempo para escuchar todas las versiones existentes del problema y de forma moderada entendemos a todos y todas las circunstancias que pasan sin perder la calma. Demos gracias, a que esta virtud existe, de no existir, la vida seria excesos y desequilibrios, todo actuaríamos de forma impulsiva, el tráfico sería caótico debido a conductores impacientes, las discusiones pacificas, terminarían en gritos, los impulsos podrían llevarnos o a la banca rota o a incidentes no deseados, reinando la tensión y los conflictos.
Esta virtud como lo es la templanza, sirve para gestionar las emociones, nos enseña a pensar antes de actuar, nos ayuda a equilibrar nuestro bienestar individual y colectivo, crecemos intelectualmente como personas, al hacer uso de esta cualidad hacemos uso de una gran herramienta para ponerle frente a los problemas llevando todo con sensatez, serendad y paz.
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