How many times have we experienced this discomfort? Fever, that uncomfortable and often feared symptom, is much more than a rise in body temperature. From childhood to adulthood, it presents itself as a reminder that our body fights silent battles, a necessary evil that, although it weakens us momentarily, strengthens our resistance in the long term. As a child, I remember when I suffered from this illness to the point that once, I almost had yellow fever, measles, among other diseases, which I was able to resist thank God.
At this point in my age, those fevers sometimes happen to me. Although I have seen and heard of fevers related to dengue fever, where many times, due to those fates in life, acquaintances or family members survive, others worsen, and others lose their lives. Needless to say, what happened in the pandemic with this Covid thing, because not only did the fever take acquaintances, this scourge took many and changed the world; to give us an idea of how a fever can change things on an epic scale.
Fever is a paradox: it makes us feel vulnerable, but at the same time it's a sign that our defenses are working. In that sense, fever becomes a quasi-mirror of life itself, where pain and struggle are fleeting, but essential for growth.
At this point in my age, those fevers sometimes happen to me. Although I have seen and heard of fevers related to dengue fever, where many times, due to those fates in life, acquaintances or family members survive, others worsen, and others lose their lives. Needless to say, what happened in the pandemic with this Covid thing, because not only did the fever take acquaintances, this scourge took many and changed the world; to give us an idea of how a fever can change things on an epic scale.
Fever is a paradox: it makes us feel vulnerable, but at the same time it's a sign that our defenses are working. In that sense, fever becomes a quasi-mirror of life itself, where pain and struggle are fleeting, but essential for growth.
¿Cuántas veces hemos tenido este malestar? La fiebre, es ese síntoma incómodo y a menudo temido, es mucho más que un aumento en la temperatura corporal. Desde la infancia hasta la adultez, se presenta como un recordatorio de que nuestro cuerpo libra batallas silenciosas, un mal necesario que, aunque nos debilita momentáneamente, fortalece nuestra resistencia a largo plazo. De niño recuerdo cuando padecía ese mal al punto que una vez, casi tuve fiebre amarilla, sarampión entre otras enfermedades, las cuales pude resistir gracias a Dios.
A esta altura de mi edad, alguna vez me pasa eso de las calenturas. Aunque he visto y escuchado de fiebres relacionadas con el dengue en donde muchas veces por esos destinos de la vida, conocidos o familiares resisten, otros empeoran y otros pierden la vida. Demás está decir lo que pasó en la pandemia con esto del Covid, pues no solo la fiebre se llevó a conocidos, este flagelo se llevó a muchos y cambió el mundo; para darnos una idea de lo que una fiebre puede modificar tanto a proporciones épicas.
La fiebre es una paradoja: nos hace sentir vulnerables, pero al mismo tiempo es señal de que nuestras defensas están trabajando. En ese sentido, la fiebre se convierte en un cuasi espejo de la vida misma, donde el dolor y la lucha son pasajeros, pero indispensables para crecer.
A esta altura de mi edad, alguna vez me pasa eso de las calenturas. Aunque he visto y escuchado de fiebres relacionadas con el dengue en donde muchas veces por esos destinos de la vida, conocidos o familiares resisten, otros empeoran y otros pierden la vida. Demás está decir lo que pasó en la pandemia con esto del Covid, pues no solo la fiebre se llevó a conocidos, este flagelo se llevó a muchos y cambió el mundo; para darnos una idea de lo que una fiebre puede modificar tanto a proporciones épicas.
La fiebre es una paradoja: nos hace sentir vulnerables, pero al mismo tiempo es señal de que nuestras defensas están trabajando. En ese sentido, la fiebre se convierte en un cuasi espejo de la vida misma, donde el dolor y la lucha son pasajeros, pero indispensables para crecer.
Over the years, I've seen how fever has marked people close to me, some of whom, through carelessness or overconfidence, allowed a seemingly common symptom to become a death sentence. I remember a relative who, ignoring a persistent fever, ended up losing his life to an infection that could have been treated in time. These cases are a cruel reminder that fever is not only an ally in the fight against disease, but also a relentless adversary when underestimated. It teaches us that even seemingly small things can escalate to cut short destinies.
Just as fever can be an enemy, it is also a teacher. Amid the sweat and delirium, it forces us to stop, listen to our bodies, and acknowledge our limitations. It is in these moments of fragility that we discover our capacity to endure. The philosopher Friedrich Nietzsche said, "That which does not kill me makes me stronger," and fever embodies that idea. Each bout of fever we overcome leaves us with a lesson: adversity, no matter how intense, can be the crucible that forges our perseverance.
In the realm of self-improvement, fever serves as an analogy for the obstacles we face. Just as the body raises its temperature to fight a virus, we must "warm up" to challenges, activating our emotional and mental defenses. Unfortunately, not everyone manages to overcome this battle. History is full of examples of people whose lives were cut short by poorly treated fevers, from historical figures to anonymous loved ones. These losses remind us of the importance of not underestimating our body's signals, but they also prompt us to honor its memory by being more aware of our health. Fever, then, becomes a dual legacy: a warning and a testament to human fragility.
Just as fever can be an enemy, it is also a teacher. Amid the sweat and delirium, it forces us to stop, listen to our bodies, and acknowledge our limitations. It is in these moments of fragility that we discover our capacity to endure. The philosopher Friedrich Nietzsche said, "That which does not kill me makes me stronger," and fever embodies that idea. Each bout of fever we overcome leaves us with a lesson: adversity, no matter how intense, can be the crucible that forges our perseverance.
In the realm of self-improvement, fever serves as an analogy for the obstacles we face. Just as the body raises its temperature to fight a virus, we must "warm up" to challenges, activating our emotional and mental defenses. Unfortunately, not everyone manages to overcome this battle. History is full of examples of people whose lives were cut short by poorly treated fevers, from historical figures to anonymous loved ones. These losses remind us of the importance of not underestimating our body's signals, but they also prompt us to honor its memory by being more aware of our health. Fever, then, becomes a dual legacy: a warning and a testament to human fragility.
A lo largo de los años, he visto cómo la fiebre ha marcado a personas cercanas, algunas de las cuales, por descuido o exceso de confianza, permitieron que un síntoma aparentemente común se convirtiera en una sentencia. Recuerdo a un familiar que, ignorando una fiebre persistente, terminó perdiendo la vida por una infección que pudo ser tratada a tiempo. Esos casos son un recordatorio cruel de que la fiebre no solo es una aliada en la lucha contra las enfermedades, sino también una adversaria implacable cuando se subestima. Nos enseña que incluso lo que parece pequeño puede escalar hasta truncar destinos.
Así como la fiebre puede ser un enemigo, también es un maestro. En medio del sudor y el delirio, nos obliga a detenernos, a escuchar nuestro cuerpo y a reconocer nuestras limitaciones. Es en esos momentos de fragilidad cuando descubrimos nuestra capacidad de resistir. El filósofo Friedrich Nietzsche decía: "Lo que no me mata, me hace más fuerte", y la fiebre encarna esa idea. Cada episodio de fiebre superado nos deja con una lección: la adversidad, por intensa que sea, puede ser el crisol que forje nuestra perseverancia.
En el ámbito de la superación personal, la fiebre funciona como una analogía de los obstáculos que enfrentamos. Así como el cuerpo eleva su temperatura para combatir un virus, nosotros debemos "calentarnos" ante los desafíos, activando nuestras defensas emocionales y mentales. Lamentablemente, no todos logran superar esa batalla. La historia está llena de ejemplos de personas cuyas vidas fueron segadas por fiebres mal atendidas, desde figuras históricas hasta seres queridos anónimos. Esas pérdidas nos recuerdan la importancia de no menospreciar las señales de nuestro cuerpo, pero también nos impulsan a honrar su memoria siendo más conscientes de nuestra salud. La fiebre, entonces, se convierte en un legado dual: una advertencia y un testimonio de fragilidad humana.
Así como la fiebre puede ser un enemigo, también es un maestro. En medio del sudor y el delirio, nos obliga a detenernos, a escuchar nuestro cuerpo y a reconocer nuestras limitaciones. Es en esos momentos de fragilidad cuando descubrimos nuestra capacidad de resistir. El filósofo Friedrich Nietzsche decía: "Lo que no me mata, me hace más fuerte", y la fiebre encarna esa idea. Cada episodio de fiebre superado nos deja con una lección: la adversidad, por intensa que sea, puede ser el crisol que forje nuestra perseverancia.
En el ámbito de la superación personal, la fiebre funciona como una analogía de los obstáculos que enfrentamos. Así como el cuerpo eleva su temperatura para combatir un virus, nosotros debemos "calentarnos" ante los desafíos, activando nuestras defensas emocionales y mentales. Lamentablemente, no todos logran superar esa batalla. La historia está llena de ejemplos de personas cuyas vidas fueron segadas por fiebres mal atendidas, desde figuras históricas hasta seres queridos anónimos. Esas pérdidas nos recuerdan la importancia de no menospreciar las señales de nuestro cuerpo, pero también nos impulsan a honrar su memoria siendo más conscientes de nuestra salud. La fiebre, entonces, se convierte en un legado dual: una advertencia y un testimonio de fragilidad humana.
We also learn that fever doesn't discriminate. It strikes the rich and the poor, the young and the old, demonstrating that vulnerability is inherent to the human condition. But in that universality lies a lesson in humility: no one is invincible, and recognizing this is the first step toward strengthening ourselves. As Albert Camus wrote in "The Plague," crises make us equal, but they also reveal our capacity for solidarity and resilience. Fever, in its rawness, unites us in the shared experience of suffering and hope.
Ultimately, fever is a reminder that life is a constant struggle, but also an opportunity to reinvent ourselves. Each time we overcome it, we emerge with a new lesson, whether about care, patience, or inner strength. And even if we sometimes win the battle, our duty is to keep fighting, because, as the poet Rupi Kaur says: "Pain will change you, but you decide how." Fever, with its fleeting heat, transforms us, but we are the ones who decide whether that transformation weakens us or strengthens us to withstand whatever comes next. Until next time. God bless...
Ultimately, fever is a reminder that life is a constant struggle, but also an opportunity to reinvent ourselves. Each time we overcome it, we emerge with a new lesson, whether about care, patience, or inner strength. And even if we sometimes win the battle, our duty is to keep fighting, because, as the poet Rupi Kaur says: "Pain will change you, but you decide how." Fever, with its fleeting heat, transforms us, but we are the ones who decide whether that transformation weakens us or strengthens us to withstand whatever comes next. Until next time. God bless...
Aprendemos, además, que la fiebre no discrimina. Ataca a ricos y pobres, a jóvenes y ancianos, demostrando que la vulnerabilidad es inherente a la condición humana. Pero en esa universalidad hay una lección de humildad: nadie es invencible, y reconocerlo es el primer paso para fortalecernos. Como escribió Albert Camus en “La peste” Las crisis nos igualan, pero también nos revelan nuestra capacidad de solidaridad y resiliencia. La fiebre, en su crudeza, nos une en la experiencia compartida del sufrimiento y la esperanza.
Al final, la fiebre es un recordatorio de que la vida es una lucha constante, pero también una oportunidad para reinventarnos. Cada vez que la superamos, salimos con una enseñanza nueva, ya sea sobre cuidado, paciencia o fortaleza interior. Y aunque a veces gane la batalla, nuestro deber es seguir luchando, porque, como dice la poeta Rupi Kaur: "El dolor te cambiará, pero tú decides en qué" La fiebre, con su ardor pasajero, nos transforma, pero somos nosotros quienes decidimos si esa transformación nos debilita o nos fortalece para resistir lo que venga después. Hasta la próxima. Dios les bendiga…
Al final, la fiebre es un recordatorio de que la vida es una lucha constante, pero también una oportunidad para reinventarnos. Cada vez que la superamos, salimos con una enseñanza nueva, ya sea sobre cuidado, paciencia o fortaleza interior. Y aunque a veces gane la batalla, nuestro deber es seguir luchando, porque, como dice la poeta Rupi Kaur: "El dolor te cambiará, pero tú decides en qué" La fiebre, con su ardor pasajero, nos transforma, pero somos nosotros quienes decidimos si esa transformación nos debilita o nos fortalece para resistir lo que venga después. Hasta la próxima. Dios les bendiga…
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English is not my native language, therefore, I may have grammatical errors, for this I used the translator: https://www.google.com/search?client=firefox-b-d&q=traductor .. God bless you...
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El inglés idioma no es mi idioma nativo, por lo tanto, puedo tener errores gramaticales, para ello usé el traductor: https://www.google.com/search?client=firefox-b-d&q=traductor .. Dios les bendiga...
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