La casa partida

@eleidap · 2025-04-21 16:22 · Freewriters

La casa partida Por Eleida Pernía Ejercicio de escritura autobiográfica *

Este texto forma parte de un ejercicio autodidacta dentro de mi proceso de formación como escritora. El objetivo de este tipo de escritura es fortalecer mi voz personal, desarrollar habilidades narrativas y profundizar en el vínculo entre lo cotidiano y lo simbólico, como base sólida para mi camino literario.*

ChatGPT Image 21 abr 2025, 12_22_06 p.m..png Imagen creada con ChatGPT

Mi casa tiene dos niveles. Abajo está el patio, una cocina al aire libre y el lavadero. Arriba paso la mayor parte del tiempo: duermo, me baño, como, trabajo, hago arte. Desde el balcón, veo el mundo. Atardeceres, pájaros, flores. Respiro el azul del cielo como si me alimentara de él. Pero tengo un problema: me cuesta bajar las escaleras. No es que tenga una limitación física. Es una negación. Una resistencia que no sé explicar del todo. Obviando las diferencias de convivencia. Hace mucho decidí no usar como excusa al entorno ni a los demás. De eso tuve suficiente al complacer sin límites. Me agobia solo recordarlo. Aun sabiendo que me esperan tareas inevitables, me cuesta reconciliar las ganas con el deber. A veces lo logro, y hasta lo disfruto, pero son momentos escasos. Me excuso con el calor, con el sudor y lo mucho que me deshidrato. Pero en realidad me perturba lo que veo abajo. Esta casa aún conserva el estilo de mamá. Porque de ella la heredamos mi hermano y yo. Desde que ella falleció en el cuarto del primer piso, todo quedó intacto: sus muebles, su orden, su energía. Esa parte de la casa no es mía. Legalmente sí, pero emocionalmente, no. Me las ingenié para abordar espacios propios arriba. Empecé con mi habitación. Pinté murales y cambié el color de las paredes. Luego, la que fue habitación de Antonio la convertí en oficina para mí y Cari. Entre los cuartos y el balcón hay una salita que ambienté de manera de sentirme como en una playa. Con paredes color arena y una foto mural de playa Guacuco. Al balcón le coloqué como centinelas mis plantas preferidas. Desde que tengo mis tres gatos he ido sumando espacios para que estén cómodos y yo disfrutar de ellos. Pero abajo… abajo es distinto. Bajar es un acto de tolerancia frente al abandono. Intenté apoderarme de la cocina externa, reusar materiales, decorarla a mi modo. Pero lo visual no basta. Hay un rechazo que se respira. Una negación que no logro descifrar. Aún no logro adivinar que no acepto al estar allí. Quizás se trata del caos de los perros. El descontrol, los desastres que generan. Incluso mi propio perro, Elton, me exaspera por desobediente. Me siento cansada. No quiero gastar más energía recogiendo desastres ajenos. Amo la naturaleza, adoro las mascotas, pero también deseo paz, belleza, armonía. De verdad, quisiera abordar y ocupar toda la casa para que se mantenga y no pierda su valor. Pero es una responsabilidad compartida, obviada y negada. Como tantas otras cosas entre el copropietario y yo.

Gracias por leerme. Si te gustó este texto, te invito a conocer más sobre mi proyecto de escritura y estilo de vida consciente. Sígueme en Instagram como @3l3ida. Vivo bonito, escribo bonito.

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