Llegó el día más esperado. El nacimiento de mi bebé.

En vista de tal evento, se tenia que monitorear los movimientos del bebé antes y después de cada comida. El sentirlo era una sensación inexplicable, que solo viviéndola se define, cada patadita es un decir aquí estoy mamá, llenándome de emoción su llegada. Desde un principio se planifico cesárea debido a mi historial medico, pero la fecha era incierta debido a la falta de desarrollo de la placenta y pulmones del bebé se fue alargando la espera. Se ejecuto al máximo las recomendaciones del profesional, siguiendo un control de tensión, dieta y enviando cada síntoma a la misma por vía WhatsApp, tres veces al día. Una interacción continua muy bonita por parte nuestra y la del especialista, acoplando confianza mutua. Cuando estamos en el ultimo mes, los dolores de espalda se agudizaron sin dejar de lado que cada rato en un periodo de 10 veces iba al baño a orinar, pasando las noches en vela y durmiendo en el día. La noche anterior al nacimiento, tuve muchos dolores de espalda, así es difícil poder acomodarse en una posición cómoda para descansar, lo cual fue imposible debido a las ganas de orinar seguido, llegando a las 6 am me dirigí al baño y en ese momento veo que voto sangre, siendo sinónimo de alarma por ende grite y llame a mi madre del susto que me causo tal momento. Al ver el panorama mi mamá llama a la doctora y la sugerencia fue ir al consultorio de emergencia al momento de alistárme para ir, voté como un balde de agua literalmente era lo que se llama rompí fuente, más nerviosa me puse. Rápidamente llame a mi pareja y en poco tiempo llegó con el transporte para ir al consultorio y en menos de 15 minutos llegamos. La doctora tenía todo su equipo médico planificado e inicio el procedimiento de parto, mis dolores cada vez eran más fuertes y termine de botar el líquido faltante, en vista de ello, me realizaron un eco para ver cómo estaba el bebé y la conclusión fue ejecutar la cesárea de emergencia. Estando en pabellón, tuve un tráiler mental, me entregué a Dios y a todos los santos, con un nudo en la garganta por tantos eventos vividos y deseando el bienestar de mi niño. Inicio la cirugía, con la aplicación de la inyección epidural era tan fuerte el dolor que llevaba que no sentí nada, la intervención de cada especialista en la sala fue de nervios para mí, y en poco tiempo vi salir a mi retoño y oír su llanto fue otro nivel, el llanto se apodero de mí, demostrando mi alegría a flor de piel. Su salida a este mundo duro 20 minutos y mi salida de pabellón unos 40 minutos.