Tiembla el agua de mi mar... sumergido, en el cofre plano de mi cuerpo estremecido, dentro de la sinvivida vida.
Atrapada, en ti tiempo, navego... mientras mueves mi sustancia sumergida entre olas, de acartonada pasión.
El paso de vendaval lastima mi aventura, y entre las huellas perdidas, tu huracanado aullar perturba.
Navegando oropeles de latón, avanzo arrastrada con la red de la pasión, en esta vida de fuego, que anhela el abrazo suicida en el escalón perdido, de un trapecio suspendido,entre espaciosos, y arriesgados equilibrios.
Desubicados, y enfrascados mundos, vislumbro allí bocabajo...
Sumergidos paseantes entre locos habitantes, en el olvido, de sus atrapantes mundos, van dentro del bamboleante y estremecido diapasón perdido...
¿Devora tu circo los hijos nacidos, en el falso alumbramiento de estertores, de una parturienta vida a la nada conducida?
Devuélveme la dicha de mi nada, la que no tiene morada ... mi huérfana y perdida nada sollozante, mientras zozobra en la mirada.
¡Dame el trino pajaril del alba! Que no se engañe el otear, en mi pupila quemada, por candelas que transmigran ante la zozobrante llamada, de tu tiempo que no salva.
Me enturbia el suspiro seco del aleteo del vaho...
En él se pierde mi yo en la vida no exsalada, del canto, de mi entumecida garganta.
¡Eterno tiempo! Regrésame, a la dicha de la emanación del origen de mi nada...
Sempiterna claridad en el germen lumínico de la única alborada.