Te pierdes en el infinito, pero me queda tu luz para verte, yo solo me siento a esperar que regreses, siempre vuelves; cuando recuerdas que mi brillo solo depende de tu luz brillante, te subes en un meteoro y galopas hacia donde me estoy apagando.
Es que sabes que tus alas no son tuyas, si no vuelo junto a ti, te vas, pero no te vas y yo solo se esperar a ver tu cara de sol; tu sonrisa no es sonrisa si no ríes para hacer que yo sonría, sabes bien que el Universo por estar de juguetón nos entrelazó las vidas.
La última vez me pediste un unicornio prestado para ir al infinito, y en tu viaje te llevaste entre tus cosas mi corazón desgarrado de dolor; y creí que en este viaje que iniciabas, moriría desprovisto de tus manos, te gritaba aterrada que no dejarás morir, no a mí, no importo nada, sino al amor que te tengo.
Del infinito no hay regreso y tú ya no podrías retroceder a dormirme entre tus sueños, pero sé que allá entre estrellas y cometas y soles fríos, tú acariciabas mis penas; dejaste el sueño de un lado, y tomaste jugos de rayos de luna en cada nueva madrugada, porque te atormentó el dios que cuida de todos los bellos recuerdos y soy yo en ti el más tierno de los recuerdos que guardas.
La luna me acompañaba, y me decía no te mueras, él por fin volverá, pero perdí el corazón le decía desde mi lecho de muerte, ella me lo arrebató; y esa es para ella la mejor de las razones para volverte a dar vida...me acariciaba la luna, para regalarme algunos cuantos latidos y que pudiera vivir algunos minutos más.
Y ayer...como a medio día...vi llegar a mi unicornio y a él sobre sus lomos, entró y colocó entre mi pecho de nuevo mi corazón; se sentó al lado de mi cama...y cuando pude abrir mis ojos...me dijo...ya te devolví la vida, no existe en todo lugar por donde anduve volando, alguien que me pueda amar igual que me amas tú.
Y...a pesar de haber muerto días atrás... Volví a respirar un pedazo de su vida.