Hola amigos, espero se encuentren super bien!🌻
Nunca imaginé que mi primer viaje al estado Falcón me regalaría una de las experiencias más mágicas que he vivido. Tenía en mente muchos lugares por visitar y los Médanos de Coro estaban en mi list, pero no pense que seria de las primeras experiencias que viviría al llegar a Falcón, hasta que el destino decidió sorprenderme.
Era ya pasadas las cinco de la tarde cuando llegábamos al Estado, guiándonos por el GPS rumbo a nuestra posada en Adícora, ibamos con la intención de descansar y salir al día siguiente a explorar, lo que no sabía era que el camino nos llevaría directamente por el Parque Nacional Médanos de Coro. No lo vi venir en el mapa, pero lo sentí en el alma cuando, de repente, el paisaje cambió y apareció ante mí ese mar de arena dorada, iluminado por la luz suave del atardecer.
En ese instante, salió mi niña interior, se quité las botas sin pensarlo y comencé a subir las dunas como si el cuerpo supiera exactamente qué hacer. La brisa era suave, casi cómplice y me permitió correr, reír y disfrutar de ese momento que se quedó grabado en mi memoria como uno de los más felices. No había planificación, ni expectativas solo arena, viento y libertad.
Los Médanos de Coro son un fenómeno natural fascinante, se formaron hace millones de años por la acción del viento. Hoy, estas dunas móviles se extienden por más de 91.000 hectáreas y su forma cambia constantemente. Por eso se les llama “arenas nómadas” lo que ves hoy, mañana puede estar en otro lugar.
Días después, al regresar de la península de Paraguaná, quise detenerme nuevamente para tomar más fotografías. Pero el escenario era completamente distinto. La brisa estaba tan fuerte que la arena volaba por todos lados, no podías estar sin protección en los ojos y para hablar había que ponerse de espaldas al viento.
Me encontré con unos trabajadores que estaban regando la arena con un sistema de agu, me explicaron que los médanos se mueven constantemente y que en ocasiones invaden la carretera nacional y ese dia solo estaba un carril disponible para transitar. “Los médanos están caminando”, me dijo uno de ellos con una sonrisa jejeje y sí, lo estaban. Era como si el desierto tuviera vida propia.
Me pareció fascinante que un mismo lugar pudiera ofrecer dos experiencias tan distintas; una de juego y libertad y otra de respeto y adaptación. En ambas, sentí una conexión profunda con la tierra, con el viento, con la historia que se esconde bajo cada grano de arena.
Me siento profundamente agradecida por haber vivido esta experiencia. Por haber corrido descalza entre dunas suaves y también por haber enfrentado el viento fuerte que me obligó a cerrar los ojos y escuchar.
Si alguna vez tienes la oportunidad de visitar Falcón, no dejes de pasar por los Médanos de Coro. No importa si están tranquilos o en movimiento, si el sol los pinta de oro o si el viento los transforma. Ellos siempre tienen algo que decir... y tú, algo que descubrir.
Hola amigos, espero se encuentren super bien!🌻
Nunca imaginé que mi primer viaje al estado Falcón me regalaría una de las experiencias más mágicas que he vivido. Tenía en mente muchos lugares por visitar y los Médanos de Coro estaban en mi list, pero no pense que seria de las primeras experiencias que viviría al llegar a Falcón, hasta que el destino decidió sorprenderme.
Era ya pasadas las cinco de la tarde cuando llegábamos al Estado, guiándonos por el GPS rumbo a nuestra posada en Adícora, ibamos con la intención de descansar y salir al día siguiente a explorar, lo que no sabía era que el camino nos llevaría directamente por el Parque Nacional Médanos de Coro. No lo vi venir en el mapa, pero lo sentí en el alma cuando, de repente, el paisaje cambió y apareció ante mí ese mar de arena dorada, iluminado por la luz suave del atardecer.
En ese instante, salió mi niña interior, se quité las botas sin pensarlo y comencé a subir las dunas como si el cuerpo supiera exactamente qué hacer. La brisa era suave, casi cómplice y me permitió correr, reír y disfrutar de ese momento que se quedó grabado en mi memoria como uno de los más felices. No había planificación, ni expectativas solo arena, viento y libertad.
Los Médanos de Coro son un fenómeno natural fascinante, se formaron hace millones de años por la acción del viento. Hoy, estas dunas móviles se extienden por más de 91.000 hectáreas y su forma cambia constantemente. Por eso se les llama “arenas nómadas” lo que ves hoy, mañana puede estar en otro lugar.
Días después, al regresar de la península de Paraguaná, quise detenerme nuevamente para tomar más fotografías. Pero el escenario era completamente distinto. La brisa estaba tan fuerte que la arena volaba por todos lados, no podías estar sin protección en los ojos y para hablar había que ponerse de espaldas al viento.
Me encontré con unos trabajadores que estaban regando la arena con un sistema de agu, me explicaron que los médanos se mueven constantemente y que en ocasiones invaden la carretera nacional y ese dia solo estaba un carril disponible para transitar. “Los médanos están caminando”, me dijo uno de ellos con una sonrisa jejeje y sí, lo estaban. Era como si el desierto tuviera vida propia.
Me pareció fascinante que un mismo lugar pudiera ofrecer dos experiencias tan distintas; una de juego y libertad y otra de respeto y adaptación. En ambas, sentí una conexión profunda con la tierra, con el viento, con la historia que se esconde bajo cada grano de arena.
Me siento profundamente agradecida por haber vivido esta experiencia. Por haber corrido descalza entre dunas suaves y también por haber enfrentado el viento fuerte que me obligó a cerrar los ojos y escuchar.
Si alguna vez tienes la oportunidad de visitar Falcón, no dejes de pasar por los Médanos de Coro. No importa si están tranquilos o en movimiento, si el sol los pinta de oro o si el viento los transforma. Ellos siempre tienen algo que decir... y tú, algo que descubrir.