Se nos enfrio el guarapo.
Ya no soy vapor en las tazas,
ni risas que se derramen en la mesa.
Sólo tenedores que chocan el plato,
soportando el chirrido.
se nos pudrió en la alacena,
entre los frascos de promesas
los manteles cubrían problemas.
Tú sigues ahí.
En la taza que en vuelo se estrella
contra la pared como un reloj que marca la hora.
Puso punto final en el friso.
Y nunca más arranco de nuevo.
Y yo,
yo me sirvo el café solo,
tranquilo.
El tuyo, está caliente para otro.
Experto en evitar miradas,
ya no prefiero tu calor,
la hipocresía de tu calor
me enseño que mi café frío vale todo.
Me volví experto en evitar miradas,
decir “te amo” como quien dice
“buenas noches” a un extraño.
En dormir de espalda en el mueble
Como náufrago que se aferra a una tabla
que no da salvación.
Se nos enfrió el guarapo,
Porque el amor,
cuando se pudre,
huele a mi rutina,
huele a mi muerte.