Anhelo tu abrazo, el beso de buenas noches y todas la palabras cargadas de cariño que sólo tú me puedes dar. Anhelo los recuerdos que no tengo y disfruto los pocos que logramos crear. Extraño tu voz, tu sonrisa e incluso los regaños que no merecía. Valoro todo lo bueno y lo malo que pasé a tu lado. No importa que lo haya olvidado, ese tiempo contigo estoy segura que jamás lo desperdicié. No puedo volver el tiempo atrás y decirte que te amo una y mil veces, como no pude hacerlo cuando te tuve conmigo. Eso es algo que me hiere el alma y me sume en la tristeza de saber que no hay un futuro donde estés tú. Le pedí tantas veces a Dios que, mientras yo estaba en aquella camilla de hospital, tu llegaras y tomaras mi mano, infundandome las fuerzas que tanto necesitaba para luchar, pero no sucedió. Seguiré esperando tu abrazo en todos mis cumpleaños, tu besos de buenas noches y tus palabras tranquilizadoras después de un mal sueño. La única esperanza que me queda es volver a verte cuando Dios decida que es el momento. Espero que cuando mi último aliento llegue, estés tú para tomar mi mano y guiarme a lo que sea que hay después de esta vida. Y si lo que hay es una vida más, entonces espero que tú vuelvas a ser mi padre.