Estoy sentada en un café, con vejiga llena, ojos llorosos y en medio de mi sesión de terapia. Mi psicólogo hace un esfuerzo sobrehumano en hacerme reaccionar. Llevo un ratote sobrepensando tanto hasta la manera en que respiro que, sin darme cuenta, lastimo a cualquiera que respire cerca de mí.
Si yo describiese como me percibo, me arrestarían por faltas a la moral. Tengo un sentimiento horrible que me recorre el cuerpo, siento que todos se burlan de mí y eso me hace sentir tan mal que no me salen las palabras, he vivido en un constante silencio que me acuchilla las entrañas. Mientras bebo café y escucho a mi psicólogo me pregunto: ¿En qué momento me descompuse tanto que me volví un desecho tóxico? Casi se sale la mano de Raúl, mi terapeuta, por la pantalla, dice que soy demasiado desgraciada conmigo misma y que me auto saboteo.
Puede que tenga razón este sujeto de suéter de Ned Flanders.
Puta madre quiero ir al baño y no puedo salirme de sesión
Tu, querido lector, sigue leyendo mis pensamientos, en una de esas o te ríes o te dan ganas de mandarme a chingar a mi madre, lo primero que suceda, bien merecido me lo tengo por ser tan necia.
Doña wera me dice mi terapeuta, no te castigues así que eres buena persona.
Buena para armarla de pedo de la nada…
Estoy obligada a escribir estas líneas mientras mis poderosos 50 minutos de catarsis suceden patrocinados por mi tarjeta de crédito.
Me dice amablemente, desahógate y date cuenta de las cosas. Tienes que pinches aprender a comunicarte con todo el mundo para que entiendan que no la estás haciendo de pedo por más que crean que tuerces la jeta.
Naciste con la jeta torcida.
Vive con ello y se feliz
Salirme de la casa en un acto de mero eecapismo porque no aguanto mis pensamientos me hizo darme cuenta de que la cabeza que produce esos pensamientos es nada más y nada menos que la mía.
Tadaaaaaaaaah el chiste se cuenta solo.
Ahora tengo la tonta tarea de escribir todos mis pensamientos diariamente hasta que mi jeta se relaje y encuentre una mejor forma de comunicarme con el mundo.
No sabía que una pudiese ser tan infantil a sus casi 40.
Me siento tan tonta que me dan ganas de darme una patada en el trasero con una bota picuda.
Querer estar bien pero no estarlo me da como resultado ver jetas donde no están y castigarme de maneras más que excepcionales.
Afuera de mi casa, sin poder ir al baño, tomando un café helado, escuchando la melodiosa voz de este señor de $600 los 50 minutos y, que no me permite hablar esta sesión
Dice que mi furia y frustración me sirve n en el proceso creativo, que bien me hace falta explotar.
¿Qué quién soy?
Soy Estivalitz Gutiérrez, doña wera, tengo 38 años y un montón de pedos mentales dignos de ser escritos en un guion cinematográfico para ganarme un oscar al mejor drama inútil del año.
Me va a explotar la vejiga pero soy demasiado tonta y orgullosa como para irme a casa a orinar como caballo y, demasiado penosa como para buscar el baño de la cafetería donde me vine a refugiar como quien huye de una tormenta. Solo que la tormenta viene incluida dentro de mi.
Me lleva, el café ya cierra y me veo obligada a usar sus instalaciones y aliviar mi ser.
Tomo más valor que ganas y salgo, cruzo la calle y me meto a la farmacia, creo que no compraré nada, excepto tal vez un tonto inhalador alcanforado para respirar bien.
Voy caminando, los coches pasan junto a mi, es muy arriesgado andar con el cel en la mano en medio de la noche, pero no se, me siento extrañamente segura, más ahora que encontré un amable parabus en donde puedo terminar este escrito desde el fondo de mis entrañas, mismas que han quedado expuestas en las jardineras fuera de la agencia de autos, lo siento por quien tendrá que limpiar mis jugos gástricos, pero ahhhh que alivio.
Mi vómito mental terminó saliendo en más de una forma.
Mi terapeuta se despide, me regaló la sesión, me abraza a la distancia y ahora me siento sola, indefensa y aún no se si capaz de regresar con nuevos bríos a casa.
En fin, esto es todo de parte de su escritora de pacotilla favorita.
Cambio y fuera.