Hola y bienvenidos a este cuarto episodio de Alquimia Poética.
En la entrega del día de hoy, me propongo desvelar un poco el misterio detrás del título de este podcast y a dar un sentido a ese video críptico que compartí con ustedes hace un par de días.
"Alquimia poética" no es un nombre elegido al azar. Nace directamente de las páginas de mi antología de poemas. Verán, la escritura ha sido mi compañera desde hace mucho tiempo, mi propia y muy personal actividad terapéutica. Fue un poco después de llegar a Loreto cuando comencé a reconocer a través de esta técnica todo lo que estaba hirviendo ahí en mi subconsciente.
El ritual era bastante simple. Agarraba una hojita de papel, una pluma y escribía y escribía y escribía. No había ningún filtro, no pensaba en las palabras ni en la coherencia de lo que salía, solo dejaba que el torrente fluyera. Muchas veces lo que manchaba el papel eran palabras altisonantes, algunas distorsiones, angustias profundas, miedos de muchos años... todo quedaba registrado sin ninguna censura.
En un inicio, pues el fuego era lo que destinaba a esas pobres hojas. Inmediatamente terminaba de escribir lo que había en mi mente, lo quemaba. Era un acto de purga, así lo veía yo. Pero con el tiempo sentí la necesidad de empezar a documentar, de cartografiar un poco este territorio de mi subconsciente. Y el resultado han sido horas, días, meses, documentos interminables que aún buscan la manera de ver la luz. Estoy en ese proceso de hacerlo de manera progresiva, de procesar, afinar y pulir el material en bruto que se obtiene porque, pues en esa labor también me reconozco a mí mismo.
Quizá algunos de ustedes recuerden que hace algunos meses anuncié la publicación de un libro. Este libro se llama Cenizas de los Nueve Mundos. Decidí en su momento que no era el momento de publicarlo, aún no. Cenizas de los nueve mundos es un hijo que todavía no está listo para enfrentarse al mundo y que requiere un proceso de maduración un poco más largo, requiere fortalecerse en algunos aspectos y, pues de una forma bastante íntima, en mis sueños el mismo libro así me lo pidió. Así que pues su momento cambió.
Pero lo que sí está listo, y lo que ya incluso se ha estado compartiendo y se muere en deseos de ser compartido, es mi antología de poemas. Algunos de estos poemas ustedes ya los conocen, se los he ido compartiendo en redes sociales. Otros, en cambio, pues son un poco más vulnerables, o bastante más vulnerables, demasiado personales y hasta ahora pues no me había atrevido a exponerlos.
Esta antología contiene todas las máscaras que me puse, ahora reveladas. Contiene confesiones viscerales de aquello que me marcó desde temprana edad y el lento y a veces doloroso proceso de integrar estas heridas para llenar ese vacío interno que me seguía como una sombra.
El primer mapa que encontré para navegar este caos fue la alquimia. A través de su estudio serio me adentré en las artes místicas que lo envuelven. No es un secreto que mi forma de ver la vida no es nada convencional y para algunos podría parecer un poco fantasiosa, pero pues es lo que hay.
En este capítulo quiero compartir con ustedes la estructura de esta antología. Los poemas están clasificados en cuatro etapas, cuatro fases alquímicas: Nigredo, Albedo, Citrinitas y Rubedo.
Recorrer estas cuatro fases en profundidad es un viaje que nos permite comprender que la divinidad existe en absolutamente todo lo que nos rodea; que la persona frente a mí es tan divina como yo lo soy; que el dolor que sentimos, ese vacío que a veces arrastramos, no es una maldición, sino un llamado insistente a conectar con nuestra espiritualidad. Es el recordatorio de que un ser entero está conformado por cuerpo, mente y espíritu. Esa integración, esa totalidad, esa es la gran obra. Esa es la piedra filosofal.
Y aunque hoy lo narre de una forma muy general, confío en que a través de las líneas de mis poemas podrán profundizar un poco en esta comprensión. Pero para llegar a este punto, primero, inevitablemente, hay que vivir la Nigredo.
Nigredo es la fase de la muerte simbólica, no significa una muerte literal. Es el desmantelamiento del viejo yo, de las máscaras que hemos perfeccionado, del trauma que se convirtió en quiste, de las heridas sangrantes del niño interno. Es la renuncia a los apegos, es la disolución del ego, es el reconocer que hemos probablemente idealizado siempre a nuestro ser amado.
Se le conoce también como la "noche oscura del alma" y es una etapa tan necesaria como tan temida en todo renacer espiritual. Quienes se tomaron el momento de abrir ese video que compartí probablemente habrán sentido mucha incomodidad, mucha nostalgia, y seguramente lo cerraron a los primeros segundos. De eso se trata. Eso es Nigredo. Tolerar los casi ocho minutos que dura la canción completa que les compartí, eso es como se siente Nigredo. Eso es bastante impactante porque de alguna manera los sonidos nos conectan a ese vacío existencial que aún vive en nosotros y lo trae a flote e incomoda. Y a veces duele.
Nigredo es un descenso voluntario en nuestras propias profundidades. Imaginen un proceso de putrefacción, no en un sentido literal, sino como una descomposición de todo lo que creíamos ser. Es la confrontación directa con nuestra sombra y casi siempre causa una incertidumbre que paraliza, un temor que hiela los huesos. Causa inestabilidad, un dolor sordo, nostalgia y una tristeza muy profunda.
Pero es solo eso, es una fase. Es la oscuridad que precede a la limpieza, la tormenta antes de la claridad, la noche antes de que la luz del sol anuncie el despertar del ímpetu y de la divinidad que siempre ha vivido en nosotros. Es en Nigredo donde nos deshacemos de lo que ya no nos pertenece para hacer espacio a lo que verdaderamente somos.
Y con esta reflexión sobre la profunda y necesaria Nigredo, me despido por hoy. Los espero en el próximo episodio, donde continuaremos este viaje y nos adentraremos en la siguiente fase, Albedo: la purificación y el amanecer.
Desde el fondo de mi corazón, les agradezco por acompañarme a este punto. Les mando un abrazo afectuoso a cada uno de ustedes y les deseo que tengan una excelente semana.
Hasta pronto.
