My Favorite Hobby: Playing the Electric Bass
It's been a year since I made the wise decision to buy a secondhand electric bass to teach myself. Nothing too serious, like a toy, with the sole purpose of having fun, the pleasure of learning. The first few months I ran my fingers over the worn strings and nothing more, or I raised my bass like a flag and looked in the mirror to take a picture.
I didn't have an amplifier to play it (nor money to buy one), so I waited patiently for midnight to arrive, with its moon floating among the clouds. The sepulchral silence of the celestial vault. The birds no longer sing, the engines have turned off, and finally the streets are silent and watchful. And so it was, between the coffee mist and the morning that never comes, that the strings of my unplugged bass resonated like hammers in the empty mind of the attentive night.
I watched, mesmerized, my own silent abyss shattered by the throbbing of my hands on the steel strings. I realized that time stood still in the second chorus of the song, and that there were places in every measure that cried out for inhabitants like a house. The music felt like a home to me.
My dear friends, thank you for reading this far. I hope these words and photos convey a little of the feeling of my inner world. Thank you for so much patience. Have a wonderful day.
Mi pasatiempo favorito: Tocar el bajo eléctrico
Ha pasado ya un año desde que tomé la acertada decisión de comprar un bajo electrico de segunda mano para aprender a tocar por cuenta propia. Nada muy serio, como si fuera un juguete, con la única finalidad de divertirme, el placer de aprender. Los primeros meses desplazaba los dedos por las cuerdas desgastadas y nada mas, o bien alzaba mi bajo como bandera y mirada al espejo para sacarme una foto.
No tenia amplificador para hacerlo sonar, (ni dinero para adquirirlo), así que esperaba paciente la llegada de la medianoche, con su luna flotando entre las nubes. El silencio sepulcral de la boveda celestial. Los pajaros ya no cantan, los motores se apagaron y finalmente las callen se silencian y observan. Y fue así, entre la bruma del café y la mañana que no llega, que las cuerdas de mi bajo desechufado resonaron como martillos en la mente vacía de la noche atenta.
Miraba hipnotizado mi propio abismo silencioso romperse con el palpito de mis manos en las cuerdas de acero. Me dí cuenta que el tiempo se detenía en el segundo coro de la cancion, y que había lugares en todos los compases que pedían habitantes como una casa. La musica se sintió como un hogar para mí.
Mis queridos amigos, gracias por haber leído hasta aquí, espero que estas palabras y fotos trasmitan un poco el sentir de mi mundo interior. Gracias por tanta paciencia, hermoso día para todos.
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