
La luz como metáfora de la creación (poiesis) Hay poemas tiernos, llenos de colores, otros arrinconados en la oscuridad, algunos llenos de fuego que simplemente incendian todo lo que los rodea y todo poeta ante estas esencias literarias concibe desde su manera de versar la musicalidad. No se trata de que un poema "está bueno para darle un fondo musical y recitarlo", mucho menos de rimar cada verso con gerundios, se trata de hacer magia con las palabras. Sencillo, cada verso debe ser tan musical como una obra de teatro, que su música estimule tanto y no te des cuenta que en vez de recibir sonoridades percibes placeres para el alma. Recuerdo una crónica que contaba un amigo sobre una mujer que prefería oír a un poeta recitar sus textos que tomarse un café con alguien. Ella amaba oír una voz grave como de locutor, tenía grabaciones en su móvil y por las noches se masturbaba al escuchar la poética de un amante que llegó a tener y que en teoría conoció mucho mejor gracias a sus declamaciones. Decía que la poesía aumentaba su placer y el amor propio, el apego a su cuerpo, porque encontrar a alguien que la complaciera en la cama era difícil (y ella era exigente), entonces optaba por introducirse la poesía.
La luz como metáfora de la creación (poiesis) Hay poemas tiernos, llenos de colores, otros arrinconados en la oscuridad, algunos llenos de fuego que simplemente incendian todo lo que los rodea y todo poeta ante estas esencias literarias concibe desde su manera de versar la musicalidad. No se trata de que un poema "está bueno para darle un fondo musical y recitarlo", mucho menos de rimar cada verso con gerundios, se trata de hacer magia con las palabras. Sencillo, cada verso debe ser tan musical como una obra de teatro, que su música estimule tanto y no te des cuenta que en vez de recibir sonoridades percibes placeres para el alma. Recuerdo una crónica que contaba un amigo sobre una mujer que prefería oír a un poeta recitar sus textos que tomarse un café con alguien. Ella amaba oír una voz grave como de locutor, tenía grabaciones en su móvil y por las noches se masturbaba al escuchar la poética de un amante que llegó a tener y que en teoría conoció mucho mejor gracias a sus declamaciones. Decía que la poesía aumentaba su placer y el amor propio, el apego a su cuerpo, porque encontrar a alguien que la complaciera en la cama era difícil (y ella era exigente), entonces optaba por introducirse la poesía.