🌹 Con cariño comparto este escrito en la comunidad @es-literatos, un espacio donde las palabras florecen y se transforman en puentes de conexión.
Hay noches en que el mundo parece callar y, sin embargo, todo habla.
El viento roza las ventanas como si susurrara verdades olvidadas.
Las sombras se alargan en los muros y se convierten en testigos de un misterio más grande que yo.
Y ahà está ella, la luna, redonda y paciente, observando cada paso que doy en mi propio sendero interior.
Mis pies descalzos tocan el suelo frÃo, pero mi alma camina encendida.
Siento que con cada movimiento, con cada respiración, la luna me acompaña en silencio.
Como si me escuchara, no con oÃdos, sino con la sabidurÃa que solo poseen los astros.
Una escucha que no juzga, que no exige, que simplemente recibe.
En ese instante me pregunto:
¿qué escuchará la luna de m�
¿Oirá mis dudas, mis miedos, las preguntas que nunca me atrevà a pronunciar en voz alta?
¿O escuchará, más bien, las pequeñas victorias invisibles, esos suspiros de gratitud que lanzo al cielo cuando nadie me ve?
Caminar bajo la luna es un recordatorio de que no estoy sola.
De que incluso en la oscuridad existe una luz que me sigue, que me busca, que ilumina las huellas de mis pasos.
Y entonces comprendo que mi andar no es inútil, que cada paso tiene un eco, aunque yo no lo perciba.
El eco de mi vida vibra en el universo, se mezcla con el canto de las estrellas, y regresa a mà transformado en esperanza.
La luna escucha lo que no digo.
Escucha cuando mi corazón late más rápido, no de miedo, sino de anhelo.
Escucha cuando me detengo y dejo que el silencio me abrace.
Y escucha también cuando me pierdo en mis propios pensamientos, creyendo que no avanzo, pero sin darme cuenta de que incluso el detenerse es parte del viaje.
Esa escucha silenciosa me invita a escucharme también a mÃ.
¿Cuántas veces huyo de mi propia voz, corriendo detrás de ruidos externos que solo me confunden más?
La luna me recuerda que el ruido no es mi verdad, que mi verdad habita en el murmullo interno, en esa voz que habla bajito, como brisa suave en la noche.
Camino y siento que cada paso es una palabra escrita en el suelo del tiempo.
La luna, fiel lectora, guarda mi historia en su memoria plateada.
Ella sabe de mi fragilidad, pero también de mi fuerza.
De mis lágrimas escondidas, pero también de mis risas inesperadas.
De mi cansancio, pero también de mi valentÃa.
Y cuando levanto la vista y su resplandor me envuelve, entiendo que la vida es exactamente esto: un caminar que nunca está solo.
Que mis pasos, por pequeños o inseguros que parezcan, siempre son escuchados.
Que hay un brillo eterno que acompaña, incluso cuando no lo nombro.
La luna escucha mis pasos, y yo aprendo a escuchar mi alma.
En ese encuentro silencioso descubro que cada paso es oración, cada respiro es ofrenda, y cada noche es un puente hacia la claridad.
AsÃ, bajo su luz, sigo caminando.
No sé adónde llegaré, pero confÃo en que la luna seguirá ahÃ, atenta y amorosa, recordándome que incluso en lo oscuro, mi camino florece.
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