Hoy ha sido uno de esos días. Uno de esos días comunes, sin grandes sorpresas ni eventos extraordinarios, pero lleno de la tranquilidad que a veces se agradece más que nada. Me levanté con calma y me preparé para continuar unos trabajos.
Días como hoy me recuerdan lo afortunada que soy. No hay dramas, no hay estrés innecesario, solo la satisfacción de un día productivo. Pude avanzar en mis trabajo, sentir que el tiempo estaba bien invertido y, al final del día, sentir esa paz que solo da el trabajo bien hecho.
Agradezco cada uno de estos días. Los que parecen ordinarios son, en realidad, los que construyen la base de nuestra vida. Me doy cuenta de que la verdadera felicidad no siempre está en los grandes logros, sino en la calma de la rutina, en la oportunidad de hacer lo que me gusta y en la bendición de que, a pesar de todo, las cosas salgan bien. Hoy, simplemente, ha sido un buen día.
For the best experience view this post on Liketu