Esta semana fue intensa en cuanto a entrenamiento, combinando rutinas de gimnasio y funcionales. Cada día me exigí al máximo, trabajando fuerza, resistencia y movilidad. Sentí avances en mi rendimiento y en cómo responde mi cuerpo, aunque no todo fue perfecto. El jueves en Corta Fuego, por ejemplo, no logré cumplir con los kilómetros que estaban pautados en el plan de mi Coach. Sentí el cuerpo muy fatigado, como si me pidiera una pausa. Al principio me frustré, pero luego entendí que escuchar al cuerpo también es parte del proceso.
Esa experiencia me dejó una enseñanza valiosa: no siempre se trata de exigir más, sino de saber cuándo frenar para seguir creciendo. Forzarme en ese estado solo hubiera aumentado el riesgo de lesión o agotamiento. En cambio, elegí cuidar mi salud y darle al cuerpo el descanso que necesitaba.
Hoy, al mirar atrás, me siento orgullosa de la constancia y también de la madurez que implica reconocer los límites. El camino del entrenamiento no es lineal, pero cada paso —incluso los más lentos— suma. Esta semana reforcé mi compromiso, no solo con el esfuerzo, sino también con el equilibrio. Y eso también es progreso.
Sigo en el camino correcto y eso me encanta .... Vamos por más 🥰💫
La felicidad no necesita filtro
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