Pintar por pedidos es la cosa más absurda que he aceptado en mi vida, es como firmar la sentencia de una obra, para mí. Al aceptar hacerlo se me van las ganas de pintar. Sentirme obligada a hacer algo que me apasiona es una sensación extraña, inconclusa; porque el lienzo es mío y si quiero cambiar de ruta no puedo hacerlo por el simple hecho de que la visión de ajenos a mis pinceles está de por medio. Le doy largas hasta que el agua va rebosando mi cuello. Sin embargo, tengo una experiencia distinta, que no es meramente un ejemplo, pero es muy parecida.
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Hace un par de años me invitaron a participar en una exposición colectiva en el Museo Histórico de Carúpano, la temática giraba en torno a Simón Bolívar que no es precisamente mi tema favorito. Pero como entusiasta que soy, acepté la invitación y luego de unos cuantos días de frustración y de darle largas al asunto me llegó el agua al cuello, tenía no más de tres días para terminar la obra al óleo. Sin secantes, me dispuse a pintar y aunque quizá sea una locura no esperar que secaran las capas, pasé tres días maravillosos pintando, tres días llenos de desesperación, ansiedad, amor y tristeza. Estaba apasionada e inconforme al mismo tiempo, hasta que llegó el turno de gozar lo que mis ojos veían. ---
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Un cielo de pinceladas turbias y trazos cortos, con azules vestidos de gris y una calma cargada de guerra, marcados por un pincel duro. Un mar intenso, profundo, apacible y traicionero con pequeñas brumas jugueteando entre las olas, con aparentes movimientos suaves y un conjunto de barcos que transportaban a los realistas mientras Bolívar los veía venir desde la orilla. ---
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Una obra apaisada de óleo sobre cartón propulso y una marquesina sencilla color siena logró cautivar mi corazón y el alma de varios en la sala esa noche inaugural. El puesto cuatro en la ruta de ponentes y una lluvia de intensos y profundos comentarios. En esos trazos dejé mi alma y ha sido observada durante más de un año que ha durado la exposición, que es usada para contar la historia del Libertador a estudiantes y visitantes del museo.
Obra: Ataque de Los Realistas
- 2016 ---Hace un par de años me invitaron a participar en una exposición colectiva en el Museo Histórico de Carúpano, la temática giraba en torno a Simón Bolívar que no es precisamente mi tema favorito. Pero como entusiasta que soy, acepté la invitación y luego de unos cuantos días de frustración y de darle largas al asunto me llegó el agua al cuello, tenía no más de tres días para terminar la obra al óleo. Sin secantes, me dispuse a pintar y aunque quizá sea una locura no esperar que secaran las capas, pasé tres días maravillosos pintando, tres días llenos de desesperación, ansiedad, amor y tristeza. Estaba apasionada e inconforme al mismo tiempo, hasta que llegó el turno de gozar lo que mis ojos veían. ---
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Un cielo de pinceladas turbias y trazos cortos, con azules vestidos de gris y una calma cargada de guerra, marcados por un pincel duro. Un mar intenso, profundo, apacible y traicionero con pequeñas brumas jugueteando entre las olas, con aparentes movimientos suaves y un conjunto de barcos que transportaban a los realistas mientras Bolívar los veía venir desde la orilla. ---
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Una obra apaisada de óleo sobre cartón propulso y una marquesina sencilla color siena logró cautivar mi corazón y el alma de varios en la sala esa noche inaugural. El puesto cuatro en la ruta de ponentes y una lluvia de intensos y profundos comentarios. En esos trazos dejé mi alma y ha sido observada durante más de un año que ha durado la exposición, que es usada para contar la historia del Libertador a estudiantes y visitantes del museo.
