Hay cosas que hacemos que por alguna extraña razón te hacen crear lazos imposibles de romper con ellas. Cómo si eso llevara alguna parte de ti y no quieres que nadie más se lo lleve.
Hace unos años, no demasiados, usé por primera vez los pasteles de óleo. Para los que no los conocen, son unas barras parecidas a las tizas, pero hechas a base de óleo. Realmente se parecen más a los crayones de cera, esos que usábamos cuando íbamos al preescolar. La diferencia es que estos pasteles se diluyen con trementina o aceite de linaza.
Lo que los hace especiales, es que son tus dedos los que puramente crean el dibujo, no se usa alguna otra herramienta, no intervienen los pinceles, ni las espátulas; son tus dedos los que bailan por papel grueso y rugoso, los que seducen cada color hasta amoldarlos a la forma deseada. Sin duda, es una de mas mejores experiencias que he vivido. Lo hice sola, en la intimidad de la habitación, envuelta por estridentes olores a pino y aceites. Sí, a pino, de él hacen la trementina. Era temprano cuando inicié mi labor, eran solo 6 colores: amarillo, azul, rojo, negro, verde y marrón; los que tenía disponibles, con ellos debía lograr otros tonos y no fue sencillo por la forma en la que se trabaja esta técnica, pero creo que eso lo ha hecho aún más especial.
La textura lograda con esta técnica me atrapó. Acá se los dejo, mi obra finalizada. Mide 21x27cm. Yo lo titulé “Pinocho” pero creo que debí ponerle “Marioneta”. Lo hice para una entrega en la universidad, me basé en una imagen que vi en internet. Mi clase se trataba de dibujar lo que veíamos, pero con nuestro estilo propio. La profesora se empeñaba en enseñarnos a observar, a disfrutar de las figuras, las texturas y sombras.
De todos mis dibujos, este es el que mas conexión ha tenido con las personas. No saben cuanta gente me lo ha pedido, pero como les decía al principio de este post, he creado un lazo y no soy capaz de entregárselo a nadie, ni por todo el dinero del mundo. Fue tanta insistencia, que decidí hacer prints de él, así algunas personas podrían tenerlo. Además de una línea de cartucheras, pantys y portacosméticos. Lo compartí con mucha gente, pero el original sigue estando conmigo.
Como anécdota, el día de la exposición lo querían quitar del salón de exposiciones, había mucha gente interesada en robárselo y tenían algo de miedo. Bueno, hasta acá llegó la historia. Espero les haya gustado un montón, me gustaría que en los comentarios me cuentes ¿Qué sientes cuando lo ves?