Sentí el olor a lluvia. El aroma de la flor de primavera. Como una droga extaciante, que viajó por mis adentros.
Toqué su piel sedosa y vibrante. Húmeda por el rocío de aquella noche de violetas. Sublime, sútil. Indefensa.
Su intenso perfume, derritió mi boca. Su belleza bajo la luna menguante, dilató mis pupilas.
Y cuando sopló la brisa, sus pétalos bailaban. El choque contra ellos, un canto magistral tocaban.
cuando aquellos suaves rayos de luna, penetraron sus pétalos, el rojo fue mas rojo. Y se enterraban sus raíces en mi alma.
Su corazón palpitante, tibió mis labios. Y ella se marchitó, en el último suspiro.